Córdoba CF-Nàstic de Tarragona | La crónica

Pachanguita con ruido de sables (4-3)

  • Con poco público, el Córdoba halla un rival peor y lava sus heridas con un triunfo manchado al final

  • Bajo las protesta a Jesús León, la alarmante falta de ritmo se dejó notar sobre todo en las zagas

Los jugadores del Córdoba celebran el gol de Javi Lara.

Los jugadores del Córdoba celebran el gol de Javi Lara. / Álex Gallegos

Lamentablemente, el curso futbolístico hace demasiado tiempo que terminó para el Córdoba, más pendiente de dar forma al guion de su futuro a corto-medio plazo que de cumplir con la obligación profesional de acudir al campo cada fin de semana. Las ganas, de los que juegan y de los que sufren, escasean, y más cuando lo que toca discernir es quién es el peor del campeonato. Así, ni siquiera la protesta promovida contra la gestión de Jesús León, que fue perenne durante todo el partido, animó a los más fieles a perder una tarde más en la ribera del Guadalquivir. Apenas tres mil, según los tornos, que entre pitos y gritos a todo lo que se movía –y lo que está entre bambalinas– al menos pudieron ver un triunfo de los suyos más de mes y medio después, bonus del Reus al margen, en lo más parecido a una pachanga de casados contra solteros.

Porque la batalla entre el malo y el peor fue todo menos una guerra como las que acostumbran a verse al final de temporada en cualquier categoría. Sin intensidad, algo que se reflejó especialmente en el paupérrimo rendimiento ofrecido por ambos equipos a la hora de proteger su portería, con salvar el expediente como único reto y en medio de un ruido continuo de sables con destinos múltiples, las pizarras se quedaron en el vestuario y el ida y vuelta fue la nota predominante, para dibujar un marcador de otro deporte que si no fuera por lo (poco) que ya han demostrado en los meses anteriores daría lugar a suspicacias de muy mal agrado.

Con la música sonando de fondo tras enchufarse los altavoces en dirección al palco desde la previa, y con las novedades significativas en el medio campo de Javi Lara y Quim Araujo que dejaban de nuevo como referencia a Andrés Martín, la puesta en escena despejó las dudas de por qué el CCF y el Nàstic son de Segunda B antes que nadie. La acumulación de errores no forzados dibujó un correcalles sin nadie capaz de poner pausa, un carrusel de idas y venidas que terminaban sin probar a los metas: remate a la carrera y sin oposición de Imanol García tras envío de Pol Valentín ante el que Lavín respiró.

Los aficionados muestran cartulinas rojas al palco en señal de protesta. Los aficionados muestran cartulinas rojas al palco en señal de protesta.

Los aficionados muestran cartulinas rojas al palco en señal de protesta. / Álex Gallegos

Sin hacer nada del otro mundo, el cuadro grana daba mayor sensación de peligro. Pero para peligro su defensa, como la blanquiverde, acostumbrada a dar regalos día sí y día también. Así, Abraham tuvo que cortar en falta una colada de Alfaro por el centro y el balón en la frontal se lo adueñó Javi Lara para quitarse más de una espina con un golazo por el palo de Becerra. Ese primer golpe tumbó a la lona a los catalanes, que tras un intento clarísimo de Menéndez que desbarató el portero, encarriló el encuentro con dos tantos calcados en apenas cinco minutos: carril abierto, balón al espacio para Andrés y Alfaro y disparo al ángulo corto.

Agujeros al final

Con los goles, el volumen de las protestas subió para dejar clarito a todos los responsables de esta caída al infierno que hay cosas que no se van a olvidar con facilidad; y el ritmo empezó a decaer de manera paulatina hasta provocar errores groseros en la salida del balón que no necesariamente pasaron a ser opciones reales para los atacantes. Es más, hasta el descanso, Uche se fabricó una buena acción que repelió Lavín y Andrés no supo aprovechar un pase medido de Miguel de las Cuevas por la mano salvadora de Becerra en el uno para uno.

Con 3-0 al intermedio, la segunda parte ya dejaba entrever lo que sería. No defraudó. Ni los cambios enchufaron a dos bloques desconectados. Por lo que entre pérdida y pérdida, el coto privado de las áreas se volvió vergel. Alfaro avisó con un testarazo y Lavín despejó el tiro lejano de Pol Prats en una fase de mayor control visitante, aunque sin pegada. Es más, solo tras el cuarto tanto local, tras una maniobra de escuadra y cartabón de Lara y Alfaro, el Nàstic halló el camino del gol. Tarde pero con acierto. Uche recortó distancias y, ya en el tramo final y con todos locos por tirar para casa, dos agujeros atrás apretaron el marcador a ese 4-3 de pachanguita dominguera. Es para lo que hemos quedao...

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