El 8 de marzo, yo paro. Paro por mí y paro también por todas esas mujeres que no podrán hacerlo. Paro por todas esas mujeres que aprendieron que la razón la llevaba un señor porque sentenciaba: soy tu padre. Por esas mujeres que se callaban la última palabra por miedo a la bofetada o al castigo. Paro por esas mujeres que se han esforzado por encajar en el espacio que originariamente habían reservado para ellas. Paro por las grandes mujeres que, a veces, siguen detrás de hombres mediocres.

Pero también paro para que, los hombres que nos acompañan en este camino, nos ayuden a visibilizar nuestra ausencia. Y también paro por los que aún están en proceso de formación.

Las mujeres que hemos encontrado otros espacios, otros modos de posicionarnos ante la vida, tenemos una doble responsabilidad. La lucha por la conquista de la igualdad y el rescate de esas mujeres que han quedado relegadas a estar, acompañar, compartir, secundar. Las mujeres queremos, debemos decidir en cada ámbito de la vida, en esto ya no puede hacer dudas. Nos llamarán mandonas, pero aun así debemos querer mandar.

Este paro debe servir para hacer resaltar la injusta realidad visible y para visibilizar lo que algunos llevan siglos queriendo ocultar. Todas y todos sabemos que el día 8 de marzo de 2018 será un hito en la historia de nuestra sociedad moderna, pero también sabemos que lo importante se debatirá, se decidirá y se ejecutará el día 9, el día 10, el día 11... Vivimos muy acomodados en los símbolos y en los gestos, pero algunas ya estamos cansadas de la borrachera intelectual a la que, en ocasiones, nos hemos sometido voluntariamente. Incluso a las mujeres que tenemos la oportunidad de verter nuestras ideas escribiendo, el velo de lo inmediato nos resta nitidez para analizar lo que realmente nos define como sociedad. Y olvidamos la necesidad urgente de movernos en el ámbito de una acción inmediata con resultados tangibles. Ya dijo Virginia Wolf : "el primer deber de una mujer escritora es matar al ángel del hogar".

Esta huelga ya es un éxito en clave de movilización, visibilidad, sensibilización, pero no será un logro social si no conseguimos que, desde ya, en los despachos, con papel, lápiz o tablet en la mano, se escriba otro código de conducta colectiva, donde las mujeres no sigamos portando un tenedor en un mundo en el que solo se sirve sopa.

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