Mi marido hace mil listas. Listas de cosas pendientes, listas de la compra, listas de pros y contras. Las escribe, las interioriza y, como él dice, se carga de determinación y las encara. Cuando me lo explica, aduce que cree en la planificación como garantía de éxito, de avanzar, le ayudan a concretar objetivos y a centrarse en lo importante. Además destaca que para él funcionan como una fotografía, las retiene y le permiten visualizar en todo momento lo que se había propuesto. Matiza que no son infalibles, que hay que ser muy metódico tanto en la elaboración como en la realización. A mí me encanta escucharlo en esas teorías pero yo, lo confieso, yo soy de vagar.

Por mucho que preste atención y que le reconozca la táctica, a mí no me sale de manera natural eso de concretar, plasmar y ejecutar. Soy más, como les digo, de vagar. Ya saben, de andar errante, de pasear sin rumbo y, en esos paréntesis, enumero -o lo intento- propósitos y acciones a emprender. Sí, por qué no decirlo, yo soy más perfil protagonista de videoclip, él de usar los sobres de las cartas del banco para anotar.

Al final se trata de conocerse y descubrir los espacios y mecanismos que nos son más útiles -a cada uno los suyos- para dar salida a esos asuntos que se nos amontonan, a esas cuestiones que nos preocupan. Conforme crecemos, desterramos o confirmamos el formato que nos funciona; antes eran los cónclaves con amigas y amigos, luego las profundas crisis adolescentes que se resolvían con aquellos en asamblea, ahora los habrá que se lo encuentren en los grupos de whatsapp, y otros seguimos vagando. El contexto y las técnicas con las que dilucidar, son eficaces según los perfiles. Las estrategias que cada uno emplea para esclarecer asuntos nos las confeccionamos a medida según el carácter y el momento y, su efectividad está por probarla en cada ocasión.

A mí me funciona lo de tirar de escaqueo -en hora laboral, incluso o hasta mejor- y merodear por nuestras calles sin rumbo fijo. ¿Han andorreado por La Corredera desde el arco alto, pensando en eso que les preocupa? ¿Han aparecido en alguno de nuestros puentes ribereños dándole vueltas a esa cuestión que tienen pendiente? ¿Han descubierto San Agustín y sus rincones mientras le daban vueltas a la resolución del conflicto de turno? Si no lo han hecho, se lo presto como método. Y, si no, también tienen las listas.

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