Confabulario
Manuel Gregorio González
Lo mollar
Quizás
Tengo un amigo que mantiene conversaciones profundas con varias aplicaciones de inteligencia artificial. Últimamente le ha dado por preguntarles sobre cuáles son los elementos esenciales para alcanzar la felicidad. Le responden una serie de vaguedades que, en boca de un humano, parecerían el sermón de un sacerdote conservador haciéndose pasar por un hombre del mundo moderno. Tras horas de preguntas y respuestas en las que se divierte y olvida los problemas que le angustian, finaliza con las mismas dudas que ya tenía. De ahí que mi amigo sospeche que esto de la IA es para personas como él, algo así como una versión para adultos de consola de videojuegos. Sin duda mejor que el Scalextric que los Reyes Magos le trajeron en su niñez y que siempre consideró el mejor regalo de su vida; hasta que conoció las aplicaciones de la IA. Pero un juguete, al fin y al cabo, por mucho que sus fotografías hayan mejorado desde que las arregla con todo tipo de filtros y montajes inteligentes. Pero si se trata de encontrar las claves de la felicidad, todo seguía igual.
El fin de semana, aburrido, seguí su ejemplo y pregunté por como conseguir ser feliz. Me extrañó la sincera respuesta. Me dijo que desconocía los sentimientos y que por tanto no podía pasar de esquematizar ciertos razonamientos y consejos, pero que cada cual tenía sus propios caminos. Bien por la honestidad de reconocerlo y mejor por recopilar argumentos de un modo lógico y no con proclamas religiosas o sacadas del ideario partidista de una determinada manera de entender la política y la vida en general. Concluí que la IA era como el agua, incolora, inodora e insípida, pero refrescante y necesaria. Y que en resumen era una bien queda. Le pregunté si creía en Dios y si era de derechas o de izquierdas. Contestó que no tenía creencias personales y que la primera lo era. Respecto a lo segundo, que su objetivo era ayudarme a comprender diferentes perspectivas, independientemente de su orientación política. ¡Menudo chasco! La IA no discutía. Le lancé la última pregunta ¿Cómo te diviertes? Contestó que, aunque carecía de emociones, encontrar formas de interactuar con nosotros de manera significativa era su principal fuente de “diversión”. Recordé que a los juguetes de Toy Story les pasaba lo mismo y que, sin embargo, nadie lo consideró el fin de la humanidad y sí una película muy divertida. Me da que la IA va a crear nuevas formas de defendernos de la soledad, y eso está muy bien, pero que seguiremos sin saber con antelación que número tocará en el Gordo.
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