A pesar de que a estas alturas aún hay quien lo niega, las consecuencias del calentamiento global y del cambio climático resultan, además de muy alarmantes, evidentes e insoportables. Entre otros muchos datos, ya sufrimos en nuestra ciudad y en tantas otras temperaturas más propias de Bagdad que de una ciudad europea. Sin embargo, y pese a todo ello, hay quien defiende que Córdoba en agosto se asemeja al paraíso.

Se atribuye al político Francisco Silvela aquello que repetía José Luis Balbín: Madrid en agosto, sin familia y con dinero, Baden-Baden. Tengo varios amigos y amigas que, con más o menos dinero, están de acuerdo con Balbín y Silvela y en estos días, calores aparte, se frotan las manos para aplicarlo a Córdoba. Son los auténticos Rodríguez, los que empiezan la vacaciones el día que la familia parte al campo, la playa o el pueblo. Los que se reivindican sufridores, se quejan del trabajo, de obligaciones en verano y de esa soledad, pero son delatados por una sonrisa tonta que demuestra que están realmente encantados con el plan, que estos días son un verdadero regalo del año para ellos.

En esta semana de presentación del nuevo gobierno andaluz, me decía una amiga que, para Rodríguez, esos políticos que pasan tres días en Madrid o Sevilla durante la semana. Seguramente los largos periodos de cierre de los parlamentos acaban por hacérseles largos. Por aquí cerca, affaires aparte, roles y dinámicas nos permiten reconocerlos.

Ellos son los de la tostada ahora en el bar, los que no vimos desayunar en el curso más allá del café rápido y ahora, en lo estival, se evidencian incapaces para enchufar solos la tostadora. Los hay que no comen en casa desde que cónyuge y tropa marchan. Son los damnificados por los cierres de los restaurantes en agosto, conscientes del merecido descanso de los profesionales de la hostelería, sin que ello minimice su drama.

Ellas, son más cuestionadas y menos fichadas. La rodriguéz ofrece a todos, y a ellas en especial, una oportunidad de anarquía propia. Libertad en horario, sueño, comidas, todo aquello que en el núcleo familiar viene determinado, impuesto por el resto y antepuesto siempre por ellas.

Y es que sin cuestionar a nadie, la libertad de la soledad acotada en el tiempo, ofrece posibilidades de fijar ritmo, horario y orden propio y eso -seamos sinceros- puede saber a gloria. Ahora, a la mayoría nos toca reagrupación familiar, disfrutar de ellos y de amigos, nos toca reseteo, descanso y desconexión. Exprimir lo máximo estos días es una oportunidad por delante; a aprovecharla me dispongo. Buen agosto.

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