Mensaje en la botella

La milonga de la N-432

El dilema es hacer caso a lo que dicen los técnicos o aplicar el principio de rentabilidad social

Una milonga es un engaño o cuento, según la Academia de la Lengua. Y en una ficción o que tomemos por verdadero lo que en realidad es falso se ha convertido el proyecto para unir por autovía Badajoz y Granada -atravesando de Norte a Sur la provincia de Córdoba- mediante el desdoble de la carretera N-432. Porque sería complicado encontrar una demanda en la que se haya puesto sobre la mesa tanta demagogia y desvergüenza por parte de todos los gobiernos que han pasado por este país en las dos últimas décadas.

Veinte años dan para mucho y, si tiramos de hemeroteca, encontramos declaraciones que ponen a cada uno en su sitio, de manera que se podría afirmar que la mayoría de los partidos políticos -especialmente el PSOE y el PP- le han tomado el pelo a los cordobeses -y lo siguen haciendo- a costa de la susodicha autovía. Con todo lo que ha pasado en este tiempo y lo publicado esta semana en torno a la N-432, uno llega a la conclusión de que ni habrá desdoble entre Badajoz, Córdoba y Granada ni hay la más mínima voluntad de contarle la verdad a la ciudadanía. A día de hoy, el Ejecutivo de turno (en este caso el de Sánchez) tiene claro que proyecta una vía de alta capacidad entre Badajoz y Zafra, pero que el tramo que va desde la localidad pacense hasta Espiel seguirá siendo una carretera convencional. Es decir, lo mismo que han venido diciendo todos desde hace ya cuatro lustros.

Desde el punto de vista técnico, los ingenieros del Ministerio de Fomento siempre (desde 2005) han afirmado que el trayecto de carretera que cruza el Valle del Guadiato -desde Fuente Obejuna hasta Espiel- no tiene el suficiente volumen de tráfico para plantear una autovía, ya que, ni por asomo, se llega a los 10.000 vehículos diarios para justificar tal actuación. Es un dato irrebatible. Tan irrefutable como que las dos comarcas del Norte de la provincia de Córdoba -el Guadiato y Los Pedroches- no cuentan con ni un solo kilómetro de doble carril pese a su gran extensión.

Y, ante esa situación, los que gobiernan se encuentran con el dilema de hacer caso a los técnicos o aplicar el principio de la rentabilidad social. Es decir, apostar por las infraestructuras en un territorio con el fin de que se convierta en un elemento dinamizador de sus municipios, frene la despoblación, atraiga inversiones y mejore la calidad de vida de los ciudadanos. Esto último es lo que puede aportar la futura A-81 a la comarca del Guadiato y que justificaría la construcción de la autovía. Pero claro, para ello son necesarias varias cosas. La primera, adoptar una decisión que cuente con el máximo respaldo parlamentario. Después, diseñar un plan de actuación -fechas y presupuesto- y explicarlo con nitidez. Y, finalmente, un compromiso público de que el proyecto se va a realizar. Si hay buenos gestores y políticos con altura de miras, es posible. Con cuentistas, la N-432 seguirá siendo eso, una milonga.

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