Mensaje en la botella

La nueva política va de personas

LOS procesos electorales se cierran con un vencedor y varios derrotados. Para el ganador, los problemas internos de su partido quedan diluidos por el éxito, mientras que los perdedores ven que cualquier incidencia interna se convierte en una crisis importante. Esa máxima es aplicable a la mayoría de fuerzas políticas y, tras lo ocurrido el 19 de junio de Andalucía con el triunfo del PP, al PSOE le toca lamerse las heridas y tratar de recomponerse con urgencia, ya que está llamado a liderar la oposición en el Parlamento autonómico.
Y es lo que parece que los socialistas quieren hacer, al menos en la provincia de Córdoba, a tenor de lo que dijeron públicamente ayer en el Comité Provincial. La secretaria general del PSOE cordobés, Rafi Crespín, fue la encargada de tratar de levantar el ánimo a los suyos y ratificar lo que todo el mundo sabe, que en menos de un año hay elecciones municipales y que es ahí donde su partido se la juega si quiere mantener las cuotas de poder local (incluida la Diputación) que tiene hasta el momento. Crespín lanzó una serie de obviedades que hubiera replicado cualquier dirigente de otro partido para cerrar la página del fiasco del 19-J, pero apeló a pensar ya en mayo del año que viene.
De su mensaje de autocrítica hay una frase que llama la atención. Así, la secretaria general reconoció que ha habido votantes socialistas que han optado por otros partidos, pero que “lo han hecho por Juanma, no por el PP, que es un personaje creado para recoger el voto útil de centro e izquierdas”. Eso sí, lo que no dijo es que el PSOE intentó hacer lo mismo con Juan Espadas, con la diferencia de que a los socialistas la jugada les ha salido mal, ya que era un líder “poco conocido tras unas primarias hacía un año”, como admitió la propia dirigente cordobesa.
Y tal vez esa sea la clave de la nueva política, que va más de personas que de partidos. Hasta ahora, eso era así en las municipales y, de hecho, los resultados que obtengan los ahora alcaldes que repitan como aspirantes en 2023 no serán solo fruto del apego del vecino a una ideología determinada, sino también la consecuencia del ejercicio de un liderazgo y de una gestión. Con el paso de los años, ese personalismo se ha ido transmitiendo a otras convocatorias electorales y el quién sea el candidato o candidata pesa ahora más ante el votante que el hecho de que represente a unas siglas. Muy lejos queda ya aquella frase lapidaria de Alfonso Guerra de que “en el PSOE presentamos de candidato a una cabra y gana la cabra”. Ya no hay cabra –o sí–, pero la marca de los partidos se diluye ante la imagen del líder.
Eso lo saben bien los alcaldes, aunque los aparatos de los partidos aún se resisten a aceptarlo. Es lo que intenta, por ejemplo, Yolanda Díaz con esa nueva plataforma llamada Sumar o lo que ha logrado Juan Manuel Moreno en Andalucía hace menos de un mes al ganarse la confianza mayoritaria de los votantes sin tener que agarrarse a la marca PP. Lo admitan o no, todos los partidos buscan ahora a su Juanma particular y lo iremos viendo en cada pueblo o ciudad en los próximos meses. De los deslenguados que se creen líderes y que cuando ganan se atribuyen ellos el mérito y si pierden culpan al partido, hablaremos otro día. 

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