Y a eso de las 05:30 de la madrugada, nuestro cielo se iluminó, un fortísimo estruendo irrumpió en muchos de los sueños de nuestros vecinos y vecinas. Algunos se desvelaron, otros ni se inmutaron, lo que constatamos al día siguiente es que eso nos regaló muchas conversaciones con gente diversa de la que nos fuimos topando en la jornada del jueves. Expertos en la radio, enlaces a blogs específicos, guiños en twitter, miradas a exoplanetas, explicaciones incomprensibles, el asunto copó la jornada.

Es curioso la pasión y el énfasis que ponían algunos para abordar su versión de los hechos, cómo reproducían el sonido y la vibración posterior que aseguraban habían escuchado, cómo hacían esfuerzos por recordar aquellas teorías de la luz y el sonido que un día estudiaron, traían a Newton. Otros subrayaban que su limpia conciencia les permitía sumergirse en el más profundo de los sueños de los que no había rayo ni fenómeno meteorológico alguno que consiguiese despertarles, generarles el más mínimo desvelo ni desasosiego.

Y en ese asunto que tanto juego nos dio el jueves, no pude evitar la tentación de imaginar qué estarían soñando aquellos a los que la descarga los desveló. ¿Les hizo un favor la física y los sacó de una desagradable pesadilla? ¿interrumpió alguna ensoñación en la que ya se estaban viendo, con el boleto en la mano, celebrando los millones que hoy caerán? En eso anduve hasta que Javier Krahe y su traducción de La Tormenta de Brassens, retornó a mi memoria -lo que no hicieron los conocimientos en física o astronomía- y me permitió reír a carcajadas sola por la calle, mientras me cruzaba con gente a la que achacaba ese gran amor tras el chaparrón, los torrenciales arrebatos que cantaba Alberto Pérez, buscando perfiles de vendedores de pararrayos, esposa y vecino. En esta semana de chubascos, de cirros, cúmulos y estratos, compartiendo con asombro el tema del mega trueno, las lluvias torrenciales de estos días, lo mucho que nos paraliza, nos afecta y nos cuesta gestionar, deberíamos volver a Krahe y centrarnos en lo importante y quién sabe lo que habrá unido la tempestad. Si esto de los fenómenos atmosféricos les habrá puesto por delante alguna o algún vendedor de pararrayos.

Y después de la tormenta, llega el día de hoy en que nos despertamos sintiendo más posibilidades de hacernos ricos, la melodía de fondo del día de hoy, es la banda sonora del inicio de la navidad. Si me permiten la propuesta, intercalen con los cánticos de los niños de San Ildefonso alguna de la Mandrágora.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios