Un año más llegó. Me refiero a la temporada alta del turismo en Córdoba, esa que casi siempre suele arrancar a finales del mes de marzo y que se visualiza aún más si coincide con la Semana Santa. Ayer mismo, los grupos de visitantes era muy numerosos, desde la misma plaza de las Tendillas hasta el Casco Histórico. Pero al margen de los datos que ofrece el sector y sus previsiones -seguro que positivas- hablar de turismo en los inicios de la primavera es que como el día de la marmota, si bien la comparación está ya algo manida. Porque pasan los años -y los mandatos- y la situación sigue siendo la misma, o al menos, muy parecida. El sector tiene tantas aristas como se quiera y te encuentras -a pie de calle- muchos cordobeses contentos y felices por ese contrato que ansiaban y que les llega ahora, aunque quisieran más y con mejores condiciones. También hay empresarios que, a lo suyo, vislumbran unos meses atractivos, porque las reservas en hoteles y espacios gastronómicos están a tope.

Pero también existen otras realidades, la institucional y la que representa a la globalidad del sector, que ahí siguen a lo suyo, enfrascados en los mismos debates y sin soluciones a corto plazo para los problemas -que no son pocos- que arrastra esta actividad en la capital y la provincia. Que si los veladores, los horarios, las licencias, la falta de una estrategia de promoción clara, el escaso compromiso por parte de algunos en ambos frentes y el bla, bla de cada año, que empieza ya a ser cansino y del que no hay más remedio que hablar porque el turismo es el sustento de muchas familias en esta tierra.

Por si falta algún aliño a este totum revolutum podemos seguir debatiendo sobre los espacios para la celebración de congresos, o más bien la falta de ellos, porque seguimos teniendo dos centros para ello y los dos están cerrados por situaciones bastantes similares. El de siempre, el de la calle Torrijos, continúa en obras tras una largo proceso jurídico y administrativo, que está en vías de solución y del que poco más podemos decir ahora mismo, más allá de que debe estar próxima a salir a concurso su gestión y que no será hasta el mes de octubre -como muy pronto- cuando abra sus puertas para la celebración de la muestra BioCórdoba.

En cuanto al centro de convenciones del Parque Joyero, pues más de lo mismo. A la espera de que se liciten las obras que falta, de que acabe el litigio con la empresa adjudicataria inicial y de que el Ayuntamiento le pueda dar un impulso a una actuación que se ha convertido en un despropósito. Si quieren, como novedad, podemos sumar la inquietud por Caballerizas y el temor de Córdoba Ecuestre de quedarse fuera en lo que a la gestión del inmueble se refiere. En fin, que esto ya he empezado. Y lo que aún nos queda.

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