Las primarias estadounidenses son siempre un espectáculo, como casi todo lo que se hace en Estados Unidos. No solo están pensadas, que por supuesto, para elegir a los contendientes de los dos partidos que se disputarán la presidencia en noviembre, sino que desde hace décadas son parte del show general que exporta América.

Lo primero quizás sea eso, América: el ejemplo más grande en política de la parte por el todo. Los Estados Unidos son América, pero no toda América. El poder que desparraman con naturalidad los traslada al resto casi como la única América genuina. Lo demás pueden ser las Américas, o América Latina, o Sudamérica, pero América es para el mundo, primero y ante todo, Estados Unidos. En política, las cosas son como se perciben. Y la percepción es irrefutable: Estados Unidos de América es América.

Eso lo leyó Trump muy bien: Make America Great Again. Con un mensaje de fortaleza económica interna, proteccionista a marcha martillo, cuatro lugares comunes y de garantía para el votante medio blanco se llevó, primero, la nominación republicana (el viejo gran partido se entregó al disparate de este hombre) y luego, en una campaña dudosa, Hillary -objetivamente mucho más preparada para el cargo que él, más fiable e, incluso, popularmente más votada- fue derrotada y llevamos cuatro años tuiteando. Y los demócratas, tonteando.

Desvelaré, por si no se entendiera bien, mis deseos. Prefiero a cualquiera antes que a Trump, pero sospecho que nos quedan tuits por soportar. Estados Unidos es lo que se sobrevuela entre costa y costa y el trozo es enorme. Lo que en Europa gusta de allí porque lo envidiamos (diversidad, oportunidades, el premio al talento) se puede encontrar muy fácilmente en la Gran Manzana al Este o en Seattle, al Oeste, en Miami Dade o en Sausalito, pero no se debe buscar en Helena o en Birmingham, porque no están. En ese medio hay mucho Estados Unidos que sencillamente detesta lo que nos gusta. Para movilizar todo el universo electoral potentísimo, las costas, el interior, el medio oeste, hace falta una candidatura que personalmente, no solo ideológicamente, sacuda las vidas de los votantes. ¿Eso está? Estuvo la última vez con el primer Obama, "yes, we can", y no en todos sitios, pero fue bastante. ¿Esta vez? ¿Contra este Trump?

Sanders es una ilusión óptica, Biden llega tarde -me temo-, Warren simplemente no llega, Bloomberg divide como Perot, pero para los demócratas, y quizás solo Pete, así, solo Pete, podría ser atractivo para el show, por lo difícil que sería vencer y eso gusta. Pero ninguno suma solo más de un cuarto del apoyo demócrata y todavía no está claro quién se enfrentará al tuitero, que está encantadísimo de conocerse. Inmenso. A día de hoy, lamentablemente, a Trump solo le derrota Trump. Pero, atentos, es América. A la espera de otro tuit estúpido. Por si Pete, sí.

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