En la literatura se encuentran ejemplos notables de la idea del eterno retorno, como en Madame Bovary de Flaubert, en Cien años de soledad de García Márquez o algunos cuentos de Borges. A la filosofía no le pasado inadvertido este concepto. Nietzsche incorpora una visión cíclica del tiempo donde los acontecimientos se repiten en el mismo orden, sin ninguna posibilidad de variación. O Eliade, que rompe con la idea de que este circuito permanente sea un proceso inevitable.

Acaba de comenzar un año nuevo y me parece estar viviendo un dèjá vu, creo estar en los años 80 pero en ocasiones me da la impresión de llevar corpiño, manteletas y enagüas. Un año más pero con guión repetido.

Los periódicos del día uno, una vez más, debatieron sobre si este año la Reina de la noche fue Igartiburu, Carlos Sobera, José Mota, Cristina Pedroche. Aún no hay acuerdo si el "no vestido" de Pedroche ganó a la modista sevillana que vistió a Lara Álvarez. O si la compañía de los chicos de Master chef a nuestra Anne fue acertado o no. Cualquier tiempo pasado en Nochevieja no es sólo anterior, que dirían Les Luthiers, también mejor.

Telecinco y La 1 tenían su gala musical de siempre. Antena 3, sus refritos. La 2, Nochevieja a Cachitos, el especial del ya cansino programa nacido en la Nochevieja de 2012. En la primera parte estaba Nacho Vegas cantando Manuela, Hidrogenesse cantando Ay, quién maneja mi barca. Además, Love of Lesbian o El último vecino. En lo de Telecinco con Paz Padilla (vestida de Bella y peinada de Luis XIV), cantó Ángela Carrasco. Aunque tirara por Alaska y no por Jesucristo Superstar. Andy y Lucas también estaban en la gala de Moreno. Son tiempos difíciles hasta para distinguir a Andy de Lucas.

La humanidad tardó tres millones de años en pasar del cuchillo de piedra a la flecha de bronce, 15.000 años de la flecha al iphone, pero sólo hemos necesitado una decena de años para regresar a la edad media desde el mundo moderno gracias a la programación de Nochevieja.

El nuevo año se presenta con innumerables asignaturas pendientes. Rezo para que este país demuestre la inteligencia suficiente para resolverlas y que la programación televisiva no sea un síntoma más de la idiotez colectiva que parece comenzar a acomodarse en exceso. Yo hasta el día de Reyes me voy a inyectar litio en vena mientras veo el relajante curling, deporte olímpico donde los haya, para ir preparándome. Feliz 2017.

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