Mensaje en la botella

Los 30 años del AVE en Córdoba

Escribía el pasado jueves el periodista de esta casa Cisco López que "el AVE para en Córdoba por casualidad". Y no le falta razón. Los motivos que llevaron al Ayuntamiento y a Renfe en los años 80 a negociar una posible parada se debe a que, irremediablemente, las vías de la alta velocidad iban a pasar por aquí para unir Madrid y Sevilla. Pero, dicho esto, la realidad es que el 21 de abril se cumplieron los primeros 30 años de este servicio y ya nadie duda de que ha sido de vital importancia para esta tierra.

Como datos a tener en cuenta, en estas tres décadas han pasado por la estación cordobesa algo más de 37 millones de viajeros y es el tercer destino con más usuarios de España, solo por detrás de Madrid y Barcelona. En su primer año, apenas 12 trenes hacían escala en la capital, frente a los 74 actuales y el casi centenar anotado en el último ejercicio antes de la pandemia. Casualidad o no, la Alta Velocidad ha supuesto un revulsivo. A nivel urbanístico, la construcción de la nueva estación supuso un cambio radical en la fisonomía de Córdoba, de manera que la división del casco que provocaban las vías del tren desapareció y se erigió un nuevo espacio, el plan Renfe, que hoy es una de nuestras señas de identidad.

En el plano turístico, el AVE puso a Córdoba en el mapa y nos acercó a Madrid, principalmente, y a Sevilla. Desde entonces, somos un destino atractivo no solo por el rico patrimonio histórico, cultural y gastronómico que ya poseíamos, sino porque llegar al mismo es rápido y cómodo. El impacto económico es innegable y la ampliación de la red ferroviaria hasta Málaga, Granada o la zona del Levante español no ha hecho más que reforzar ese posicionamiento.

Para quien también quiera ver el vaso medio vacío, algunos sostienen que el tren dio al traste con las posibilidades del aeropuerto, aunque en este caso habría que analizar otros aspectos, como el escaso interés que ha despertado el aeródromo en las compañías y la dura competencia de infraestructuras de ámbito internacional, como Málaga o Sevilla. Casualidad o no, lo cierto es que la irrelevancia de la pista de Córdoba es innegable. Tan irrefutable como que el AVE supuso una nueva forma de entender la movilidad y ratificó el papel de la provincia como nudo de conexión ferroviario de primer nivel en todo el país. Tampoco podemos olvidar que de tras aquel inicio en 1992 se lograron después un apeadero de alta velocidad en el Sur, en Puente Genil, y otro en el Norte, en Villanueva de Córdoba, si bien por decisiones políticas y técnicas difíciles de entender, ambos son mucho más aprovechables de lo que lo han sido hasta ahora.

Reitero la afirmación de mi compañero Cisco López de que el AVE llegó a Córdoba por casualidad y que "tal vez haya hecho falta un empujón mayor, una mayor inquietud y valentía para exprimir el producto, pero 30 años después de aquella primera parada en la antigua estación, pocos dudan de que aquel momento supuso un antes y un después". Lo suscribo en su totalidad, al igual que la conocida frase de Santiago Ramón y Cajal cuando aseguró que "la casualidad no sonríe al que la desea, sino al que se la merece". Dicho queda.

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