Mensaje en la botella

Sánchez, Rajoy y sus convidados

Tenemos nuevo presidente del Gobierno. Llega por la puerta de atrás, sabedor de que tal vez no tenga otra fórmula para lograrlo. Pedro Sánchez ocupa la Moncloa, pero que nadie se asombre, porque ha sido el propio Mariano Rajoy el que le ha abierto esa puerta con una miopía impropia de un jefe del Ejecutivo, a no ser que, como suele ocurrir, el gallego se haya dejado llevar por esos palmeros acólitos que suelen acompañarle, que han sido incapaces de mostrarle la realidad y que no le han advertido de que la situación era ya insostenible, de que el ciudadano no se conforma con un crecimiento más o menos estable de la economía, sino que quiere otras cosas. Rajoy se ha buscado con creces todo lo sucedido esta semana y en su partido -el PP- lo saben. Hasta el punto de que no tardarán en alzar la voz para exigir lo que han sido incapaces de solicitar antes, como es una regeneración nítida y creíble.

En el PSOE andan contentos ahora. Hasta en Córdoba, que después de presumir de ser la provincia más susanista de España y poner a Sánchez a caer de un burro, ahora se vanaglorian de que por fin habrá un presidente del Gobierno, una presidenta de la Junta, un presidente de la Diputación y una alcaldesa de la capital socialistas. Ni que decir tiene que eso no es garantía de nada, entre otras cosas porque el olvido de Córdoba no es sólo patrimonio de los populares -que también- sino de responsables del PSOE en todas las instituciones, a los que les ha dado -y les da- igual esta tierra. De hecho, Sánchez mantendrá el mismo presupuesto que aprobó Rajoy hace unos días y está por ver qué mejoras se establecen, por mucho que la cordobesa Carmen Calvo está llamada a ser una pieza clave en ese nuevo gabinete.

El espectáculo de estos últimos días en el Congreso de los Diputados ha sido lamentable, con un Rajoy superado por las circunstancias -como la Gürtell- y con gestos poco elegantes como el de irse a un restaurante mientras se debate su relevo en la Cortes. Sánchez ha buscado para llegar al poder el apoyo de quienes no creen ni quieren las instituciones que ahora él representa y Ciudadanos ha demostrado que no sabe moverse más allá de las encuestas. Unidos Podemos se arrastra para tratar de lograr un ministerio y los independentistas se frotan las manos porque ven más cerca lo que quieren. Por cierto, no me resisto a citar el papel del líder estatal de IU, Alberto Garzón, ejerciendo como bufón de Iglesias y dejando a su formación a un nivel que no se merece.

En fin, que todos han hecho su papel y todos se han olvidado de nosotros, los ciudadanos, que en realidad somos los que tenemos que hablar en las urnas. Luego se lamentarán de que las encuestas sitúan a los políticos como un problema de primer orden para la sociedad, pero en realidad no nos dejan otra opción. Somos -y seremos- los convidados de piedra en esta fiesta, a los que nadie quiere escuchar. Ni Rajoy ha hecho lo más mínimo para que el pueblo opine ni Sánchez parece que tenga intención de ello, al menos a corto plazo. Ambos han jugado al quítate tú, que ya me pongo yo en lugar de afrontar con algo más de dignidad los problemas de este país. Pues nada, que el espectáculo continúe. Estamos invitados.

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