Ya son varias las semanas en las que se suceden los días de sol. Jornadas invernales pero soleadas. Enero con el frío propio. Según el termostato de cada uno, enero de mucho o de frío estándar, frío a secas. Sin embargo, y más allá de las percepciones individuales, el sol está siendo constante y se agradece; oportunidades de paseo, de calle, de parque en horas centrales del día. Invierno con luz. La fortuna, no siempre valorada, de vivir en esta latitud. Grandezas del sur. Como el termostato, cada cual tiene actitud y carácter propio. Estamos esos de, ante la duda, la botella, medio llena. Los hay positivos, optimistas y entusiastas por naturaleza, pero hasta al más ingenuo de estos, no se le escapa que hay mucha nube por aquí. Grietas en aquella botella que hacen que se nos escape la positividad por mucho que tratemos de evitarlo.

Este primer mes del año ha llegado con sol pero se siente nublado. La pandemia, los datos, el colapso de sistema sanitario, nos lo ponen gris. Leemos también nubarrones en el resto de noticias que emborronan inevitablemente el ánimo; las mas de 330 empresas disueltas en Córdoba en el ultimo año, obras que siguen eternamente paradas y estancadas, presupuestos sin aprobar, incapacidad de gobernantes para gastarse lo que hay en los bancos e incluso para pagar a tiempo a los proveedores. Por aquí, días de museos cerrados y sin espectáculo aún en el Alcázar. Instituciones humanitarias que se han revelado imprescindibles, esas que apoyan y sostienen necesariamente a un número excesivo de familias, el precio de la factura de la luz, el mayor encarecimiento en años de la cesta de la compra.

Estrenábamos hace nada el año brindando y ansiando que trajese mucho bueno, lleno de mensajes e ideas esperanzadoras, de los mejores deseos, de propósitos e intenciones, pero el ambiente, el contexto y el momento, no nos lo pone fácil. Son días con ausencias que enfrían el ánimo, que nos dejan sin consuelo y sin Amparo. Como decía Piqueras ayer en estas páginas, "contar a los muertos a diario tiene el efecto de que los muertos terminan convirtiéndose en números -menos los propios- y como sociedad ya nos hemos acostumbrado a que todos los días se caiga un avión". Es cierto que cuando uno se para y toma conciencia de las cifras, es más que gris, es negro, absolutamente negro. Mucho por delante y mucha nube por despejar, esperemos que poco a poco venga brisa de aire fresco que disipe esta niebla, que poco a poco el sol vuelva a calentar y pronto podamos ver horizonte y cielo raso.

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