Mensaje en la botella

Levantar la voz, pero no sólo a veces

La delegada del Gobierno de la Junta en Córdoba, Rafael Crespín, dijo el viernes que "hay que levantar la voz", porque el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) presentado esta semana por el Gobierno de Rajoy "supone un nuevo castigo y un ataque frontal a Andalucía y muy especialmente a Córdoba, y sigue lastrando la generación de oportunidades, la creación de empleo de calidad y sectores económicos como la construcción". Lo suscribo en su totalidad. Porque esa es la realidad.

Pero claro, todo en la vida -y no digamos en la política- tiene sus matices. Y esa misma virulencia verbal de la delegada -repito, con razón- no se la hemos escuchado cuando se presentaron los presupuestos de la Junta de Andalucía, que además, esconden las cifras, no provincializan las inversiones y ningunean también a Córdoba. O qué decir de las cuentas del Ayuntamiento de la capital, muy parcas en inversiones y difusas, por mucho que ahora desde IU -que lleva el área de Hacienda- se escandalicen.

Hay que levantar la voz, pero no sólo a veces o cuando interese políticamente. Por eso uno duda de que los partidos políticos sean los más indicados para abanderar cualquier exigencia más allá de sus áreas de trabajo, que son las instituciones. Si hay alguien tentado -en PP, PSOE, C's, Podemos o IU- en querer encabezar algún movimiento más allá de los plenos o los parlamentos, es decir, en la calle, bien harían en repensarlo un poco. Entre otras cosas, porque correrían el riesgo de hacer el ridículo y de que los propios ciudadanos le saquen sus vergüenzas.

La verdad es que produce cierto sonrojo ver cómo el PP justifica unos presupuestos para Córdoba que no hay por dónde cogerlos, que el PSOE se rasgue las vestiduras cuando lleva años haciendo lo mismo en la Junta, que Ciudadanos apele a no se sabe muy bien qué para apoyarlos, que Unidos Podemos se alarme cuando sus socios de IU han jaleado las cuentas del Gobierno andaluz no hace tanto, cuando compartía consejerías con los socialistas en la comunidad autónoma o que miren para otro lado cuando los números del Ayuntamiento de la capital son más que discutibles.

Porque seamos claros. Que los PGE serían raquíticos para Córdoba no es ninguna sorpresa. Y no lo es porque, sencillamente, un presupuesto es la plasmación contable de los proyectos diseñados previamente. Y para nuestra provincia no hay nada nuevo ni para ahora, ni para el futuro. Ése es el problema. Aquí nadie se ha puesto a planificar en serio, más allá de alguna que otra iniciativa parlamentaria y, así, es imposible salir del bucle en el que nos han instalado. Necesitamos proyectos serios, programaciones racionales y una apuesta política más decidida. Mientras no se avance en ese aspecto, poco margen queda, sólo reivindicar. Lo que ocurre es que con la mochila que todos los partidos políticos llevan a cuestas, ese papel le correspondería a la sociedad civil, que en esta Córdoba nuestra anda un tanto pasiva y despreocupada. Levantar la voz es posible, pero con políticos serios, capaces de desmarcarse de sus propios partidos si la situación así lo exige y con una ciudadanía más movilizada. En fin, una utopía.

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