Soy mamá de dos niñas, de dos y cuatro años. Como pueden imaginarse, mi vida social no pasa por su mejor momento. Esto de la maternidad es complejo y, en muchas ocasiones, más que contradictorio. Da para mucho, para reflexionar muchísimo y para escribir líneas y líneas. Posiblemente sea de las experiencias vitales en la que más tópicos hay, más miedos -sin duda- y más recomendaciones por parte del mundo en general. Para las que no tenemos, o teníamos en principio, demasiado desarrollado eso del instinto maternal, cuando llega, nos desmonta. Vaya por delante que creo que hay que ser la mujer que nos dé la gana de ser, que deberíamos de huir de estereotipos y que ser madre es una opción, ni la única ni la más válida ni la mejor.

Pero para esas que sentíamos aquello y nos convertimos en mamás, todo lo leído, todo lo escuchado sobre la maternidad se vuelve contra nosotras y nos hace plantearnos si estamos sintiendo lo que se supone que deberíamos de sentir, si estamos tan contentas como deberíamos estar, si nos sentimos tan inmensamente felices como nos han asegurado que nos pasaría y, todo eso, hay que gestionarlo. Hace falta algo de tiempo, a cada una el suyo, para convencernos de que somos la mejor madre que podemos ser, que cada una siente como siente y lo vive como lo vive. Sin culpa, sin remordimientos. ¡No hay nada malo en que nos gustara nuestra vida de antes!

Lo de los grupos de whatsapp, los cumples del cole, las excursiones y hasta el asunto de los faldones prometo abordarlo, pero hoy toca lo que toca. Hasta que tuve treinta años, mi padre me seguía contando en la mañana de hoy, que le pareció escuchar a los camellos de madrugada. Esa historia la repito. Y aunque sea cierto que tengo muchas ganas de recuperar parte de mi vida que está pausada, el día de hoy, mola mucho.

¡Ay, amigas! Ahí, que se quiten los topicazos. Ahí estuvimos anoche hasta bien entrada la madrugada comiendo parte de los mantecados de sus majestades, ahí, que se pare el mundo, que por muy guays y muy cool que nos creamos, ahora sí, después de llevar semanas intentando esquivar el Bulevar de Gran Capitán, haciendo malabares con bolsas y paquetes y diciendo no a eventos y copeteos, ahí todo se da la vuelta porque hoy, eres mamá y te encanta. Hoy es especial, hoy, insisto, mola mucho. Hoy ellas le dan la vuelta y no hay más. Feliz día de Reyes.

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