Mensaje en la botella

Educación se queda atrás ante el virus

Las familias desconocen si podrán llevar a sus hijos a clase con todas la garantías

Poca fe, o casi ninguna, le tenemos a la Consejería de Educación los que como madres o padres hemos tenido que levantar la voz en más de una ocasión ante el camino que estaba llevando la enseñanza pública en Andalucía, y más concretamente en Córdoba. El cambio de gobierno en la Junta de Andalucía tampoco es que provocara excesivas expectativas entre las familias, ya que si el papel del partido que gobernaba -el PSOE- era nefasto, el de las fuerzas de la oposición, ya sea a la izquierda o a la derecha, ha sido durante décadas bastante discreto, como si no fuera con ellos, con demasiado acomodo en la indolencia ante la realidad educativa.

Por desgracia, nada ha cambiado. Todo sigue en el mismo desorden que antes, con nuevos dirigentes más interesados en poner a amiguetes al frente de determinados departamentos que en otra cosa. Nuevos burócratas cuyo discurso es bastante simple y que solo consiste en despreciar todo lo malo -que era mucho- que han heredado de los de antes, pero sin proponer un modelo de futuro claro y con sentido común.

Con lo que no contábamos nadie era con la llegada de esta crisis sanitaria del coronavirus, una pandemia que sigue haciendo mucho daño a esta tierra y que parece que ha venido para quedarse. En marzo hubo que tomar la terrible decisión de confinarnos, arreglárnoslas como mejor pudiéramos para mantener a distancia la actividad lectiva e improvisar un sistema en el que todos fuimos aprendiendo día a día.

En la Consejería de Educación tal vez pensaron -como muchos- que se trataría de algo pasajero, que con los meses todo podría volver a la antigua realidad. Pero no, el virus sigue con nosotros (y de qué manera) y nos ha obligado a adaptarnos a una nueva anormalidad. Una vez constatado este hecho, se pusieron en marcha algunos mecanismos liderados por la Consejería de Salud para determinar cómo debe ser el regreso a las aulas, las medidas a adoptar y la adaptación de los centros, que no es poco.

Algunos ya vaticinamos que Educación optaría por lo que ha hecho siempre, es decir, ponerse de perfil y dejar que cada centro se las apañe, disfrazado todo ello con un plan de obras a modo de caramelo envenenado. Y así ha sido. Lo que tal vez el equipo de Imbroda no esperaba es la reacción de los directores de los centros, que están ya hartos de desaires, de que ante una situación tan grave como la que tenemos -y la que se avecina cuando arranque el curso- la Junta siga a la suyo, sin reponer equipos de limpieza, limitando cupos, masificando las aulas, cerrando líneas y generando la incertidumbre entre las familias sobre si podrán llevar a sus hijos al colegio o al instituto con unas mínimas garantías. Una vez más, como siempre, la Consejería de Educación se ha quedado atrás, esta vez frente al coronavirus. Lo peor es que ellos lo saben. Y lo más lamentable, la sensación de que les da igual.

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