Ayer tocaba celebrar el día del padre en casa. A primera hora y con el desayuno, llegó la entrega de las dos fantásticas manualidades temáticas -una por niña- hechas con la paciencia de la seño y el nivel medio de destreza heredado de mis hijas. Mi marido sorprendido y jaleando los dibujos, agradeció el esfuerzo y la dedicación. Padre agasajado.

A lo largo de la tarde y en ese peculiar e incomparable espacio que son los parques de bolas en cumples infantiles, me encomendé a la suerte e imploré que las ocho madres -con las que sin saber cómo ni porqué, me vi abocada a pasar la tarde- fuesen tías apañás. No estuvo mal, me cayeron bien. Desde la disparidad de opiniones de un grupo no elegido, compartimos percepciones; hablamos de legislación y de las diferentes tendencias de coles. Hay muchos que ya, ante las realidades familiares diversas, han desterrado la idea del regalo para conmemorar días como el de ayer. Ya no se hacen obsequios en esas fechas por no excluir al diferente. Nuevos y variados modelos de familia se van imponiendo, son reales y nuestros hijos conviven desde la naturalidad con todas esas opciones.

Y es que todo avanza. Cuesta acordarse, pero la evolución legislativa siempre ha llevado a algunos a rasgarse las vestiduras. Desde principios de los 80 cuando se debatió la llamada Ley del Divorcio y algunos aseguraban que la familia estaba en peligro, fueron luego de los primeros en separarse y hacer uso. Pocos años después, algunos fingieron ofenderse con la primera ley de interrupción del embarazo y acusaron a todo el que la apoyó casi de asesinos, para acabar defendiendo hace poco volver a aquella ley que denostaron e impugnaron ante el Constitucional. También hubo ofensas por la regulación de reproducción asistida y el aquelarre químico que según el obispo de esta ciudad suponía, insultando a quienes recurren a ella. Coinciden con los que trataron de dinamitar la reforma del matrimonio y el acceso al mismo a las parejas del mismo sexo, llevando una vez más al Tribunal Constitucional la norma y cuestionando toda su legalidad.

Por fortuna, ni siquiera quienes pretendieron descarrilar todo aquello, hoy cuestionan estos avances. Y pese a los intentos de volver a una España en blanco y negro en la que unos pocos nos dicen como debemos vivir todos, las diferentes realidades se van imponiendo, abriéndose paso natural entre quienes se las encuentran.

Ya están los nuevos dibujos en la nevera, ahora cuando los miro me acuerdo del parque de bolas y de que el debate y la diversidad siempre suman.

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