Que la vida nos ha azotado con una realidad desconocida, es obvio; que nos estamos moviendo en la más dura de las experiencias que como sociedad global imaginábamos, también lo es. Que todo esto nos ha impuesto el reajuste de la escala de valores, de la jerarquía de problemas, debería ser una certeza universal, pero a pesar de todo ello, no acabamos de centrarnos y seguimos, cada uno, desde su posición, desaprovechando el aprendizaje que deberíamos extraer de esta vivencia. Ni la clase política ni la no política, acabamos de exprimir lo aprendido para afrontar cuestiones que deberían ser, a estas alturas, esenciales para todos.

Los políticos, aquellos, los otros, no pueden desperdiciar la ocasión para afrontar esa repensada imprescindible para nuestra sanidad, para nuestro sistema sanitario, para replantear el Ministerio, las Consejerías y los servicios de salud. No cabe obviar ahora la situación real de la medicina y de la investigación en el marco de nuestro sistema. Pasó el momento de los aplausos, ahora les toca a ellos transformarlos en políticas concretas que traduzcan los gestos, que les den sentido a aquellos con lo evidenciado por toda esta experiencia.

Todo apunta a que ellos, unos y otros, siguen perdiendo ocasiones, desaprovechándolas. Entre nomenclaturas, presidencias de comisiones de reconstrucción y apariencias, siguen postergando la gestión. Se sigue desaprovechando la ocasión para desterrar tonos impropios, abochornando con un nuevo nivel de crispación -en el más inoportuno de los momentos- en el que las marquesas, los golpes de estado, los hijos de padres con antecedentes, los pirómanos comunistas siguen copando portadas, ante el rubor, la vergüenza y el desafecto de muchos. Titulares cercanos y planes de choque locales, que se limitan a reutilizar catálogos de derechos, sin reforma alguna de calado. Puede que sea una sensación, pero todo ello evidencia que se siguen desperdiciando ocasiones para afrontar la gestión, atentos siempre por contra, a la foto.

Desaprovechan y desaprovechamos. Nosotros, por nuestro lado, también nos cuestionamos la manera en la que hemos invertido este tiempo y cómo gestionamos o hemos pensado gestionar nuestra realidad. Que la dramática situación también nos ha planteado oportunidades a nosotros. Habrá que hacer autocrítica, analizarse y ver también cómo las hemos aprovechamos nosotros. La oportunidad de reinventarnos, la ocasión de replantearnos qué queremos ser, cómo queremos ser y cómo queremos hacer. Como sujetos, como sociedad y hasta como familia. Si hemos aprovechado el tiempo, si hicimos o tan solo esperamos que pasase. Malgastar este tiempo, esta experiencia y estas enseñanzas, para unos y otros, debería ser la última de las opciones. Aprovechemos.

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