ANDALUCÍA en marcha. Así se denomina el nuevo programa -más propagandístico que otra cosa- que la Junta está presentando en cada una de las provincias y que viene a englobar las actuaciones que el Ejecutivo andaluz tiene pensado realizar hasta el año 2023. Son 3.450 millones de euros, a los que a Córdoba le toca un montante de 400. O, lo que es lo mismo, el 11,5% del total. Fue el pasado viernes cuando el consejero de Salud, el cordobés Jesús Aguirre, y el delegado del Gobierno en la provincia, Antonio Repullo, dieron los detalles de las medidas incluidas en ese proyecto, que ha sido consensuado con los agentes sociales y que busca la reactivación de la economía en plena crisis sanitaria por el coronavirus.

No será un servidor el que reste valor a esta propuesta de inversiones, que son más que necesarias por varias razones: la primera, por los efectos de la maldita pandemia; la segunda, por el olvido histórico que ha arrastrado Córdoba por parte de la Junta de Andalucía en sus presupuestos durante la última década -y que se salve el que pueda-. Pero dicho esto, habría que hacer algunas acotaciones respecto a esta forma de actuar, que no es exclusiva del Gobierno autonómico. Nada de lo que se incluye negro sobre blanco en el susodicho documento es nuevo. Son iniciativas que en algunos casos ya estaban anunciadas por las distintas consejerías o que se desbloquean después de años y años olvidadas en un cajón. Así, lo que PP y Cs han puesto sobre la mesa no es más que lo que tienen previsto realizar en esta tierra, solo que en esta ocasión se agrupa de manera general en un macroprograma al que se le coloca el lazo de Andalucía en marcha.

Y digo que no se trata de una estrategia novedosa porque eso mismo que ahora nos venden lo han hecho con anterioridad otros gobiernnos del PSOE en la Junta, o las diputaciones -incluida la de Córdoba-, o los ayuntamientos -también el de la capital- a la hora de abordar situaciones extraordinarias. Es como si, cambiando partidas de un sitio a otro y englobando proyectos en un mismo epígrafe, se trasladara la ciudadanía que se adoptan decisiones distintas ante problemas sobrevenidos. Seguramente -al margen de acólitos y palmeros- habrá quien se lo crea, pero otros muchos caerán en la cuenta de que pocas novedades presentan planes de este tipo.

En cualquier caso, bienvenidos sean, porque la urgencia de la situación así lo requiere. Tendremos que aceptar que detrás de cada uno de estos programas con nombres rimbombantes hay mucha estética y puesta en escena. En lo que ya no podemos ser tan permisivos es en el cumplimiento de esos compromisos, que es el principal riesgo al que se enfrentan quienes nos gobiernan. Vamos a ponernos en marcha, pero también debemos elevar nuestro nivel de exigencia sobre lo que nos han prometido. Necesitamos mucha marcha y pocos marchosos.

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