José María Bellido se ha despertado hoy, por primera vez, como alcalde de Córdoba. No ha sido un camino fácil. Atesora una larga trayectoria política, en la que ha sido testigo de primera mano de muchas situaciones buenas, malas e incluso peores. Cuando aún era candidato, no ha dudado nunca que llegaría su momento -al igual que todos, claro-, pero si hay algo que sobresalga en su proceder en el último año ha sido la dosis de paciencia que ha tenido que aplicar en no pocas ocasiones. Una veces, ante la opinión pública y, en otras, -suelen ser las peores- ante sus propios correligionarios, que no tenían tan claro que el PP recuperaría la alcaldía de la ciudad el 26 de mayo. Al final, su pacto con Ciudadanos abre una nueva etapa en Capitulares, que por bien de la ciudad todos deseamos que sea lo más próspera posible.

Poco hay que destacar del acto de toma de posesión de ayer. Sobrio, como requiere la ocasión, aunque con algunas pinceladas que dan algunas pistas de cómo transcurrirá el mandato. Sorprendió en positivo el discurso de la portavoz de Podemos, Cristina Pedrajas, por la institucionalidad que le impregnó, todo lo contrario que el de la portavoz de Vox, Paula Badanelli, excesivamente agresivo. No obstante, esto no ha hecho más que empezar.

Pero más allá de lo ocurrido en Capitulares, en la provincia también se produjeron algunas sorpresas. La más llamativa, que una concejala de Castro del Río que solo logró su escaño el pasado 26 de mayo -María Ángeles Luque, de un partido independiente- sea la nueva alcaldesa gracias al apoyo del PP y de tres concejales del PSOE. Ya ocurrió en 2011 en Cardeña, pero aun así, los partidos debería de tomar medidas ante esperpentos como este.

En Baena también se preveían cambios y llegaron. El socialista Jesús Rojano deja la Alcaldía por la alianza de PP, Cs y el partido del que fue su mentor -las vueltas que da la política- Luis Moreno, enrolado ahora en una formación creada a su imagen y semejanza (Iporba) y que a buen seguro generará mucha expectación en el mandato. Pero dicho esto, Rojano tendrá que hacer examen de conciencia.

En Peñarroya-Pueblonuevo se daba por hecho un pacto entre populares y los independientes de UDPñ para ocupar el sillón del socialista José Ignacio Expósito. Sin embargo, las discrepancias entre los socios hizo que al final Expósito salvara este asalto y que pueda seguir en la Alcaldía. No habían pasado unas horas desde su toma de posesión y el fantasma de una moción de censura ya circulaba por la ciudad guadiateña. En fin, en muy mal lugar quedarían PP y UDPñ si ponen en marcha ese mecanismo a las primeras de cambio, si bien eso no obstaculiza que Expósito debe abrir un periodo de reflexión sobre cómo ha llevado las riendas del Consistorio en los últimos años.

En Montoro, el PSOE respira ya tranquilo tras deshacerse la unión de la oposición contra la alcaldesa Ana Romero, mientras que en Adamuz esa alianza sí ha sido posible para evitar de nuevo que los socialistas gobiernen la localidad.

En el resto de municipios, casi total felicidad, de manera que cada partido sabe ya cuál será su papel durante los próximos cuatro años. Sin elecciones a la vista -o eso parece- entraremos en una etapa en la que se espera de cada alcalde o alcaldesa lo mejor, un tiempo en el que debe primar la atención a los problemas del vecindario, que harto ya de tanta pugna entre partidos, espera soluciones y medidas que mejoren su calidad de vida. Hoy es el primer día de ese camino. A los 77 regidores de la provincia no nos queda más que, con educación y respeto, decirles que "buenos días y buena suerte". Porque la van a necesitar.

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