Mensaje en la botella

Buenos deseos para Córdoba

Dejamos atrás un año para olvidar y ahora toca centrarnos en lo que es importante

Hoy es uno de esos días de ternura, de los pocos que por desgracia vivimos al cabo del año, y en los que todos nos sentimos más generosos y comprensivos. En cierta forma, volvemos a nuestra infancia y disfrutamos -unos de una manera más disimulada que otros- de esa magia que según la leyenda viene de Oriente y que pone el broche a la Navidad. Y como esta celebración coincide además con la entrada del nuevo año, pues más de uno aprovecha para pensar o escribir los deseos que le pide al nuevo ejercicio.

Ni que decir tiene que ese primer anhelo es el del bien para todo el planeta, y que la felicidad alcance a todo el mundo. Pero ciñéndonos al terruño, a esta Córdoba nuestra, pues también tenemos nuestras aspiraciones. Hemos conocido hace unos días los datos del paro y, una vez más, no son nada halagüeños. Cerramos el 2019 con más desempleados que hace 12 meses y, además, con el mismo diagnóstico, en el sentido de que son las mujeres las que más sufren esta lacra y que la temporalidad es el común denominador del empleo en la provincia. Ojalá que la situación cambie, porque ya provoca cierto hastío no solo comprobar las penosas cifras de desocupados, sino que siempre se recurra al mismo discurso para justificar la realidad o para reclamar un cambio del sistema productivo que nadie sabe muy bien en qué consiste ni hay quien se atreva a dar el primer paso.

En clave política, pues qué vamos a decir. Que la aspiración de todos es que haya algo más de sosiego, que nuestros dirigentes se pongan a trabajar de verdad no solo para ganar una investidura, sino para aprobar unos presupuestos, y que los que tienen la tarea de oposición se dediquen a la fiscalización en lugar de lanzar mensajes catastrofistas con los que parece que quieren tapar su propia incapacidad. Presupuestos es lo que necesitamos también en Capitulares y en no pocos municipios de la provincia, para lo que es conveniente no solo responsabilidad y generosidad de los alcaldes y alcaldesas, sino grupos políticos que estén a la altura de sus propios vecinos, a los que se olvida con extremada facilidad.

Dejamos atrás un año para olvidar, al menos en la gestión de lo público, y ahora toca centrarnos de verdad en las cosas que importan. Que al ciudadano de a pie que cada día sale a trabajar o a intentar hacerlo, poco le importan las bravuconadas y aspavientos de la clase política. Su afán, como el de todos, es el de vivir en una sociedad que atienda las necesidades de todos, con una prestación de servicios de calidad y en la que primen las acciones por la educación de los jóvenes, la sanidad, la atención a nuestros mayores y un sistema justo de generación de riqueza. Puede parecer ambicioso, pero dado el tiempo en el que estamos, habrá que mantener la ilusión por conseguirlo. Que los buenos deseos para Córdoba se hagan realidad. En nuestras manos está.

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