El perdón

El tesoro que guarda el Buen Pastor

  • La Virgen de Rocío y Lágrimas estrena un manto en color azul noche y un corazón traspasado.

LA sinuosa calle Buen Pastor guarda un tesoro que cada Miércoles Santo decenas de personas se acercan a ver. Entre sus paredes caladas aparece la iglesia de San Roque, que luce recién restaurada, y en torno a la que se arremolinan cofrades y turistas para ver la que es una de las salidas más imponentes de la Semana Santa cordobesa, la de la Hermandad del Perdón.

Coger un sitio en esta calle no es tarea fácil. De hecho, desde antes de las 15:30 los bordillos empiezan a ocuparse. Un cuarto de hora antes de la salida ya no cabe ni un alfiler, y mucho menos en la entrada del templo. El metro cuadrado está muy cotizado debido a las estrecheces e incluso la Policía Nacional tiene que poner orden para evitar aglomeraciones.

Pasadas las 16:00, se abren las puertas de San Roque y comienzan a salir nazarenos mientras al fondo se divisa a los titulares de la hermandad. Después llega el turno de Nuestro Padre Jesús del Perdón, que poco a poco se acerca al exterior. El espacio es el justo y los costaleros casi tienen que hacer filigranas. Una vez en la calle, acaban de montar las patas del paso, cogiéndolo a pulso.

La característica imagen del Señor del Perdón vestido de blanco ha cambiado este año ya que la cofradía ha sustituido su túnica por una de terciopelo burdeos -mismo tono que las flores que adornan el Misterio; clavel, rosa, tulipán, astrantia e hipericum- y también estrena unas potencias renacentistas bañadas en oro realizadas por artesanos orfebres de Sevilla.

Al son de la marcha Cristo del Perdón, el titular se encamina calle Buen Pastor arriba, con dirección hacia la Catedral, donde vuelve este año. Poco después el llamador de Nuestra Señora de Rocío y Lágrimas retumba en el interior de la iglesia mientras a lo lejos se sigue escuchando a la Banda de la Coronación de Espinas.

El aspecto de la Virgen también ha cambiado en esta ocasión ya que luce un nuevo manto de terciopelo en color azul noche -el pasado año tuvo que salir con uno prestado de la Amargura tras manchar alguien el suyo- y un corazón traspasado para en plata de ley (diseñado por Álvaro Abril y ejecutado por Daniel Porras).

Una vez fuera, se escuchó una saeta cantada por el coplero Rafael Galdón. Otro momento más emotivo llegó con la primera levantá, que el capataz, Luis Miguel Carrión Curro, dedicó al hermano mayor de la cofradía, Fernando Castro, que ha estado enfermo aunque al final pudo seguir la estación de penitencia, y al nuevo mandato que éste afronta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios