Mensaje en la botella

El curso político del postureo

Pues se acabó agosto. Concluye ese mes que normalmente consideramos inhábil en esto de la cosa pública, pero que también tiene su encanto -cada vez menos- para aquellos que se quedan de guardia. Arranca un nuevo curso, el político, de esos en los que aparentemente todo va a ser muy previsible, al menos en clave local, porque fuera de esta Córdoba nuestra seguimos expectantes a ver si la presidenta Díaz convoca elecciones en Andalucía y anotando las veces que el Gobierno de Sánchez rectifica lo dicho o prometido con anterioridad. Decía que en la provincia los asuntos son más o menos predecibles porque entramos en esa etapa en la que todo huele a electoralismo, que seguramente será una de las palabras más utilizadas por los políticos en los próximos meses, hasta que lleguen los comicios autonómicos y locales del año que viene.

Y es que entramos en una fase en la que la confusión manda, porque los problemas generales que afectan al ciudadano se mezclan con los políticos, que se convierten en prioritarios por interés partidario y con los que tendremos que convivir -qué remedio- durante los próximos meses. Para usted y para mí seguirá siendo importante si el Cercanías -otrora Metrotrén- se pone en marcha definitivamente, si Córdoba se convierte de nuevo en una ciudad de congresos seria, si el pozo sin fondo que es el Centro de Ferias y Exposiciones del Parque Joyero se termina, si los colegios están dignamente preparados para el inicio del curso o un largo etcétera de cuestiones que nos afectan en nuestro día a día.

Pues bien. A todo eso le tocará convivir con la actualidad política interna más urgente de los partidos, que prepararán una estrategia para presentarse a las elecciones, las que toquen. Cada formación aprovechará lo que pueda su espacio para reivindicarse como la gran solución a todos los problemas y no dudarán lo más mínimo en prometer y prometer lo que sea con tal de captar un voto, como han hecho casi siempre. Por todo ello, este curso que arranca será distinto, con más postureo que el necesario si me apuran.

Al final, unos y otros tratarán de hacernos ver que todo es una balsa de aceite en su casa y un desastre la de los demás, a ver si cuela. Aunque nos contarán otra cosa, estos son, a modo de resumen, las incógnitas a despejar. En el PP, pues que el candidato José María Bellido se atreva a la renovación que necesita su formación para tratar de recuperar la Alcaldía. En el PSOE, que la alcaldesa Isabel Ambrosio se presente con un equipo nuevo que al menos dé la sensación de eficiencia y de que sabe lo que tiene entre manos. En IU, concretar una confluencia con Podemos y Ganemos, dos formaciones que lo único que tienen claro es que no quieren a Pedro García -primer teniente de alcalde- como cabeza de cartel. En Ciudadanos, encontrar a un candidato o candidata, que no es poco, que ofrezca alguna garantía ante el electorado una vez visto que lo que hay no les vale.

Esas son sus incógnitas, las de ellos, que esperemos resuelvan pronto. Nuestros problemas siguen siendo los mismos de siempre. A ver si en este curso hay más suerte.

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