Tinieblas

Muchos ámbitos académicos siguen en manos de los frailes, sólo que ahora profesan los clichés de la izquierda ‘woke’

En 1755, un viajero italiano de paso por España escribió una carta a un amigo sobre lo que había visto en la Universidad de Salamanca. Nuestro hombre presenció una ceremonia académica que consistía en una larga procesión de frailes que tocaban el tamboril. Luego, uno de los frailes se subió al púlpito y largó una interminable disertación en verso –y en un pésimo latín macarrónico– sobre la figura de Nabucodonosor, en la que intentaba aclarar si al final de su vida el soberano babilónico se había convertido en una bestia. Al final de la carta, aquel testigo concluía que la Universidad ofrecía un método de enseñanza que únicamente servía para “llenar de tinieblas la inteligencia en lugar de aclararla”.

Me he acordado de aquella descripción de nuestros viejos métodos académicos cuando he visto las protestas de nuestros universitarios contra la guerra de Gaza. Me pregunto cuántos de esos universitarios (y cuántos de los profesores que impulsan sus protestas) sabrían explicar lo que ocurrió en 1948 en lo que entonces era Palestina. Y me pregunto cuántos de estos universitarios que cantan entusiasmados “los expulsaremos desde el río hasta el mar” sabrían explicar el contenido exacto de ese lema. ¿Y cuántos han leído el libro 1948 de Yoram Kaniuk? ¿Y cuántos sabrían decir quién era Golda Meir, probablemente la política –y político– más inteligente de la segunda mitad del siglo XX? ¿Y cuántos han leído los poemas del israelí Yehuda Amijai y los del palestino Mahmud Darwich, dos hombres que habrían sido amigos si hubieran nacido en cualquier otro lugar del planeta que no fuese la antigua Tierra Santa? Y sobre todo, me pregunto cuántos de estos universitarios serían capaces de vivir un mes en la Gaza en paz controlada con mano de hierro por los fanáticos islamistas de Hamas.

Me lo pregunto, eh, me lo pregunto. Porque uno tiene la sensación de que muchos ámbitos académicos españoles –y no sólo españoles– siguen en manos de la escolástica y de las procesiones de frailes, sólo que ahora las ideas idiotas del siglo XVIII se han sustituido por los clichés ideológicos de la izquierda woke. Pero las procesiones son las mismas, los frailes son los mismos (sólo que ahora predican otra fe) y los objetivos educativos son los mismos: “llenar de tinieblas la inteligencia en lugar de aclararla”. Apañados estamos.

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