Es la palabra de la semana. No sé a cuántos dirigentes políticos se la he escuchado esta semana, en público y en privado, pero se ha oído a izquierda y derecha del espectro político patrio en los últimos días. La verdad es que el vocablo tiene su impacto, porque independientemente del asunto al que se aplique, deja clara la opinión de los que la utilizan respecto a un tema en concreto. Teatrillo dicen que es la ruptura cantada entre Ciudadanos y el PSOE de Susana Díaz en Andalucía, por aquello de que a ambas fuerzas les conviene distanciarse para convocar elecciones cuanto antes, aunque por razones diferentes. No es descabellado afirmar que, efectivamente, la presidenta de la Junta y Juan Marín han escenificado un desacuerdo interesado. Han hecho su teatrillo, sin duda, pero por desgracia no han sido los únicos. El propio líder nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, lo puso en práctica en Medina Azahara hace unos días y lo viene haciendo en los últimos meses con la polémica catalana.

¿Y qué decir del análisis de las cifras del paro? Pues más teatro, con afirmaciones que rozan el ridículo por parte de unos y de otros, aunque el premio -los Max de la política- se lo lleva el PP y su interpretación torticera de la situación del mercado laboral, como si ellos llegaran ahora a esta función después de tantos años de marianato. Lo mismo se puede decir del regreso de Pablo Iglesias a la palestra tras su paternidad y su preacuerdo con el presidente Sánchez -que cambia de papel y personaje según el día- para los Presupuestos Generales del Estado, como si PSOE y Podemos pudieran aprobarlos en solitario, sin la necesaria complicidad de nacionalistas e independentistas.

Teatrillo, pero con tintes dramáticos, es lo de la subida del precio de la electricidad, con máximos que nadie sabe explicar a los ciudadanos, mientras que las empresas del sector y el propio Gobierno miran para otro lado. Y lo peor está por venir, así que nadie se sorprenda con lo que pueda pasar en los próximos meses. De vodevil -o casi- es lo del acuerdo entre el Gobierno y la Generalitat para que el independentismo no se apropie de la calle y se garantice "la neutralidad" en los espacios públicos. Ver para creer. Y así podríamos seguir, hasta llegar, por ejemplo, al anuncio de que Teresa Rodríguez será la candidata de la confluencia Podemos-IU a la Junta de Andalucía. ¿Es qué alguien había imaginado otra posibilidad? Pues eso, más teatro.

En esta Córdoba nuestra también tenemos nuestro propio escenario. El PP se ha mantenido en el tablado durante todo el verano criticando todo lo que se movía, mientras que la concejal Amparo Pernichi (IU) -en claro modo de aspirante a candidata de la coalición- ha ido respondiendo y salvando los dardos como ha podido y la alcaldesa, Isabel Ambrosio (PSOE), también está ya en plena actividad con el deseo (poco más puede ofrecer) de cumplir lo prometido cuando llegó a la bombonera de Capitulares hace tres años.

Al fin y al cabo, todo es teatrillo, entremés, vodevil, sainete o lo que cada uno prefiera. Hasta habrá quien opte por llamarlo esperpento. Del nivel de los actores, mejor ni hablar. Lo dejaremos para otra ocasión.

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