Ni los más optimistas podrían pensar hace apenas unos años que en el Partido Popular se libraría una lucha por alcanzar la presidencia de la formación de la manera en la que se está desarrollando estos días, con seis candidatos que están realizando su particular Vuelta a España para lograr, en primer lugar, el apoyo de los afiliados y, en segundo término, el apoyo de los compromisarios en caso de que lleguen con opciones al congreso nacional. En el PP estaban habituados a otra manera de hacer las cosas, en las que el líder saliente señalaba con el dedo a su sucesor y aquí paz y después lo que sea. Lo hizo Manuel Fraga con José María Aznar y éste a su vez con Mariano Rajoy. Como mucho, lo único que vimos fue algún movimiento que otro de la ínclita Esperanza Aguirre con el único fin de tratar de mover la silla a Rajoy, pero que ni siquiera cuajó con posterioridad.

No será un servidor el que critique estos procesos abiertos, puesto que a nadie escapa que desde hace años deberían formar parte de la cultura de los partidos políticos, de todos. Cuestión de higiene democrática. En esta semana que se cierra, y aunque en Córdoba estamos más pendientes de lo que se decide en Baréin respecto a la candidatura de Medina Azahara como Patrimonio Mundial, han pasado por la ciudad dos de los aspirantes a liderar el PP: Pablo Casado y María Dolores de Cospedal. Sólo ha faltado, por ahora, la otra aspirante de la que se dice que tiene posibilidades: Soraya Sáenz de Santamaría. En cualquier caso, lo que más sorprende de esta carrera hacia la presidencia popular es el escaso interés de la militancia por participar, con algo menos de 65.000 inscritos a nivel nacional y 900 en Córdoba, cuando sólo para la designación hace un año de Adolfo Molina se registraron 2.100 afiliados, todo ello en un partido que durante años ha sacado pecho de sus más de 800.000 militantes.

Así las cosas, ésta será uno de las tareas de quien salga elegido en el congreso, la de dejar claro cuál es el peso real de los afiliados al PP. Pero hasta que llegue ese momento, la campaña parece que seguirá por los mismos derroteros, con más reproches entre los candidatos que propuestas y con la evidencia de que hay posturas dentro del PP difícil de reconciliar. Dicen que en esta Córdoba nuestra se está más con Cospedal -la sombra de Nieto sigue siendo alargada y ya se ha pronunciado claramente a favor de la ex ministra de Defensa-, mientras que Casado -que triunfa en redes y presume de sus coincidencias con Aznar (ver para creer)- tiene sus adeptos entre algunos dirigentes provinciales. Sáenz de Santamaría también cuenta con partidarios, aunque más silenciosos por el momento por aquello de no señalarse en exceso.

El jueves acaba la primera parte de este camino y nos cansaremos hasta ese día de escuchar frases hechas, como "yo estaré donde quiera mi partido", "mi adversario es el Gobierno de Sánchez" y perogrulladas de ese estilo. Lo que no estaría mal sería un poco más de pasión, la misma que brilla hasta ahora por su ausencia -ahí están los datos-. Y luego, cuando todo acabe, a coser se ha dicho, una frase que seguro que les suena y recuerdan quién la dijo.

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