Esto no ha salido como se esperaba". El comentario es de un dirigente del Partido Popular de Córdoba tras los resultados de las primarias del pasado jueves, que dieron el triunfo a nivel nacional a Soraya Sáenz de Santamaría y puso a Pablo Casado como segundo de cara al congreso nacional de este mes. La damnificada en este caso ha sido María Dolores de Cospedal, que se quedaba fuera de la carrera por suceder a Mariano Rajoy. ¿Y qué ocurrió en Córdoba? Pues que ganó Cospedal, principalmente por los apoyos logrados por los afiliados de la capital, donde el hombre de la ex ministra de Defensa en la provincia, José Antonio Nieto, sigue teniendo un peso específico muy importante. A nadie escapa que ha sido él (Nieto) el que ha propiciado este triunfo estéril de Cospedal, pero lo que todavía está por ver es en qué posición deja este hecho a los populares cordobeses.

Según a quién se pregunte se pueden escuchar distintas versiones, pero la realidad es que el PP provincial se queda en tierra de nadie. Si alguien piensa que eso va a tener consecuencias graves para el partido en Córdoba se equivoca, pero desde luego su capacidad de influencia quedará reducida casi a la nada, una aspiración legítima y necesaria que ahora se ve truncada. Cierto es que hasta ahora tampoco es que se pudiera presumir de ser un territorio prioritario cuando el PP ha gobernado, y ahí están los datos, a la cola en inversiones en los Presupuestos Generales del Estado de manera continuada un año tras otro. Pero no cabe duda de que el anhelo de los dirigentes provinciales es tener una mayor capacidad de influencia en el PP regional y nacional, una empresa complicada a tenor de los resultados obtenidos.

La estrategia ahora pasa por lograr el máximo consenso entre los compromisarios cordobeses, de manera que se puedan presentar en el congreso como una única voz. Es el anuncio que ha realizado el presidente provincial, Adolfo Molina, e incluso es posible que lo logre, aunque la utilidad o no de ese frente común dependerá de las posturas que adopten Sáenz de Santamaría y Casado. La primera se ve ganadora y defiende que un pacto de perdedores contra ella no tendría sentido. El segundo busca una adhesión de la candidatura de Cospedal que le daría el control del partido.

Se supone que la delegación cordobesa deberá llegar a ese cónclave con las ideas claras para no jugar de nuevo sus cartas con un candidato derrotado y exhibir una vez más que ni está ni se le espera, ni en Sevilla ni en Madrid. Dicen los entendidos que el PP será otro tras estas primarias, que ha abierto un camino en el que ya no hay vuelta atrás, si bien todavía queda mucho por mejorar en el desarrollo de este tipo de procesos, con un censo más nítido y real de afiliados y normas que mejoren la calidad democrática de la elección. Por ello, los populares cordobeses tendrán que adaptarse a esa realidad, de manera que su paso por el congreso nacional no sea como se ha hecho siempre, con discreción. Visto lo visto, y utilizando la frase de un dirigente del partido en la provincia, "lo peor que nos puede pasar es quedarnos otra vez con la piernas colgando". En tierra de nadie.

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