Mensaje en la botella

Números que golpean a Córdoba

O cada uno asume su papel, o la provincia tardará más que otras en levantar cabeza

Ya queda menos, o no, que diría el gallego, una vez que hemos comenzado la desescalada que nos llevará a la nueva normalidad. La verdad es que el uso de determinadas palabras que todos estamos aceptando era algo casi inimaginable hace apenas dos meses. La buena noticia es que poco a poco vamos eludiendo el confinamiento, que los niños pueden salir un rato a las calles, que los mayores pasean y que quienes opten por el deporte también tienen su horquilla horaria para la práctica de ejercicio. Cierto es que todas esas medidas podrán ir ampliándose en función del comportamiento social, que hasta ahora -pese a algunas vergonzosas excepciones- ha sido más que sobresaliente.

Pero la semana que hoy cerramos en esta Córdoba nuestra está marcada por los números. Cifras y estadísticas que, según se miren, nos llevan a una realidad que no es la que quisiéramos. En el plano sanitario, hemos llegado -por desgracia y ojalá se pare ahí- a la simbólica cifra de los 100 fallecidos por coronavirus en la provincia, un centenar de familias a las que no cabe más que mostrarle nuestra solidaridad y apoyo. En el lado opuesto, el porcentaje de personas curadas es alto, son cientos los que van superando la enfermedad y todo apunta a que seguirán al alza en las próximas semana y que iremos remontando esta lacra.

Y también nos han llegado como una bofetada -por mucho que se esperarán- los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año. La provincia de Córdoba es la primera de España con la tasa paro más elevada y un índice de desempleo que sacude a 93.300 personas. Todo ello sin tener en cuenta que en este informe no aparecen las cifras del mes de abril, que se serán catastróficas. Aunque haya quien se pone de perfil -los sindicatos parecen no querer molestar al Gobierno, vaya papel el suyo- estos números revelan un panorama tétrico en la provincia de Córdoba que no deberíamos pasar por alto. Por mucho que se repita, la realidad es la que es y Córdoba carece de un sector industrial potente, capaz de amortiguar el paro. Aquí no aprendemos y hemos puestos todos los huevos en la misma cesta, la del turismo, con lo que ahora, con esta crisis, se ve el efecto perverso de determinadas decisiones pasadas y también la que se planean para el futuro.

O cada uno asume su papel, o Córdoba tardará más que otros territorios en levantar cabeza. Las administraciones se tienen que dedicar a gobernar con eficacia y dejarse de buscar réditos electorales. Los agentes sociales que orillen la tentación de jugar a la política -los dirigentes empresariales tampoco se salvan- y que apuesten de verdad por la diversificación económica, la generación de riqueza y empleo de calidad. La sociedad debe acompañarles en esta tarea con responsabilidad y ejemplaridad. Córdoba no está en condiciones de recibir más golpes. Y menos aún, un nocaut.

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