Mensaje en la botella

Mirar al frente, y hacia atrás

A ver si de una vez ponemos los pies en la tierra, porque el riesgo sigue latente ahí fuera

Cuántas ganas había de dejar atrás el 2020! El año maldito ha pasado y aunque hace una semana un servidor defendía -y lo mantengo- que nada de olvidar, sino que debe quedar permanentemente en el recuerdo colectivo, parece como si la entrada de 2021 hubiera supuesto un ruptura radical con todo lo anterior. Por desgracia no es así y, después de unas horas de margen para la celebración, los datos vuelven con su tozudez de siempre a decirnos que seguimos en peligro, que lo de pasar una hoja del calendario es solo una sensación, porque los números nos vuelven a golpear con más y más contagios del dichoso virus. Hasta que Salud actualice esas cifras a lo largo de la jornada de hoy, la entrada del nuevo ejercicio se ha saldado en nuestra Córdoba con 111 casos nuevos. Es lo que hay, y cambiar esa tendencia va a costar lo suyo.

Para esos que en su imaginario piensan -o quieren hacerlo- que lo de la pandemia es cosa del pasado, basta decirles que en este periódico contábamos que el 75% de los municipios de la provincia han tenido al menos un fallecido por covid-19 y que en algunos la situación ha ido empeorando en las últimas semanas. Por prudencia, y con la experiencia que nos dan estos meses de pandemia, tal vez lo más sensato sea esperar a planificar el nuevo año para cuando pasen estas fiestas y los Reyes Magos nos dejen -ya sea en globo o en lancha- los regalos debajo del árbol de la Navidad. Porque las premoniciones no son muy halagüeñas que digamos. Todos hemos visto, en persona o a través de las redes sociales, concentraciones de personas que de forma escandalosa celebraban el adiós al viejo año, sin protección alguna, sin medidas de seguridad, a pecho descubierto y con el mayor de los descaros y falta de respeto a nuestros propios muertos, a nuestro personal sanitario o a las miles de personas que están contagiadas por el dichoso virus. Es la realidad, dolorosa, que hemos vivido estos días y que nos lleva a sonrojarnos y a preguntarnos ¿por qué?

A ver si de una vez ponemos los pies en la tierra y nos percatamos de que el riesgo sigue latente ahí fuera y que solo la vacuna y el hecho de que en Wuhan, la ciudad china en la que empezó todo, hayan celebrado en masa la llegada del año nuevo, casi como si nada hubiese pasado, es nuestra esperanza. Allí han vuelto a la normalidad tras una larga travesía y sin que sepamos a ciencia cierta -hablamos de China- qué ha ocurrido.

Lo que ahora necesitamos es sensatez, que cada uno actúe con la responsabilidad que requiere esta dramática situación, que nuestros políticos dejen de decirnos lo bien que lo estamos haciendo y nos arenguen con mucha más contundencia en lugar de pasarnos la mano por el lomo. Hay que mirar al frente, sí, pero sin dejar de echar un vistazo hacia atrás para no caer por tercera vez en el mismo error. Ponerse de perfil es lo fácil, pero ya no cuela. Es inútil.

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