Sé lo que es que la vida empiece a apagársele poco a poco a un ser muy querido, difuminando sus planes y sueños y también los tuyos propios. Sé lo que es ver sufrir a una persona a la que, rabiosamente joven, le anuncian que se va a morir si no llega un trasplante porque su gran corazón está cada vez más enfermo y ya solo late al ritmo de un marcapasos. Sé lo que es pasar días y días y noches y noches de hospital en el Reina Sofía sin saber si serán los últimos de ese ser querido. Sé lo que es quemar hasta el último cartucho de esperanza trasladando tu casa al hospital y preguntándote insistentemente como ella, sin entenderlo, por qué esto nos tiene que ocurrir a nosotros. Sé lo que es ser testigo de otros casos como los que están viviendo otras personas también hospitalizadas a las que no les llega el órgano a tiempo, y el inmenso dolor que acaba provocando en sus familias esa tragedia. Sé lo que es ese golpe que esperas como KO a la desesperanza que provoca que te digan que hay un posible corazón de un donante que puede ser compatible, un anuncio que genera a la vez una esperanza teñida de tristeza si te pones en el lado del donante y de su familia. Sé lo que es sobrevivir en todos los sentidos a la impaciencia de esa infinita espera arropados en todo momento por los profesionales de Cardiología del Reina Sofía, médicos y enfermeras, en especial por el doctor José María Arizón. Sé lo que es tener el alma en vilo durante horas a las puertas de un quirófano hasta que el cirujano Manuel Concha anuncia que todo ha salido bien y que ahora, a esperar. Sé lo que es estar eternamente agradecido a esos profesionales de Cardiología y, sobre todo, al donante y a su familia. Sé que los primeros, con su impecable comportamiento, inyectaron vida en quienes de una u otra forma la estábamos perdiendo literal o no literalmente. Y sé que el donante y su familia regalaron vida con uno de los actos que más dignifica a la especie humana, un acto que sin ser de amor es de amor.

Este año se conmemora el 40 aniversario del primer trasplante de órganos en el Reina Sofía. Desde 1979, el Hospital ha logrado sumar 7.905 trasplantes de órganos y tejidos gracias a esa generosidad de la sociedad y a la pericia y buen hacer de los profesionales sanitarios. Estos días en los que se celebra la Semana del Donante, desde el Reina Sofía saben -como yo también sé- que estas cuatro décadas de donación y trasplante en Córdoba se han construido con cientos de nombres propios, cada uno de los cuales encierra una historia marcada por el valor, el compromiso, la entrega, el afán de superación, la fortaleza, la generosidad... Y como el Hospital, sé que los profesionales, los pacientes y esta sociedad solidaria forman en este proceso los vértices de un triángulo que dona vida. Gracias infinitas por esa vida donada.

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