Toros

Castella, Manzanares y Roca Rey salen por la puerta grande en Pozoblanco

Castella, Manzanares y Roca Rey salen a hombros por la puerta del Gallo de Pozoblanco.

Castella, Manzanares y Roca Rey salen a hombros por la puerta del Gallo de Pozoblanco. / Sánchez Ruiz

Comenzó la temporada en Córdoba. Una vez más, y van... una plaza de la provincia fue el escenario, la primera que puso la pica en Flandes y la que se llevó el honor, incluso por delante de la capital. ¿Motivos? Empresarios que tienen amor por la fiesta y piensan en el público, que, a fin de cuentas, es el consumidor final del producto que se ofrece.

Si lo programado es atractivo, pues los aficionados, y también los espectadores ocasionales, acuden a la plaza, que a fin de cuentas es lo que interesa a las empresas. Pues así, Caído y Soledad -qué nombre más bonito en estos días-, programó en el Coso de los Llanos de Pozoblanco una corrida, con un cartel interesante que a la postre resultó triunfal, satisfaciendo a todos los asistentes.

Abría cartel Sebastián Castella. El francés es un torero al que se acusa de ser previsible, mecánico y frío. El galo tiene un oficio bien aprendido tras muchos años y tira del mismo como principal recurso.

Sebastián Castella, al finalizar una tanda ante el primero de la tarde. Sebastián Castella, al finalizar una tanda ante el primero de la tarde.

Sebastián Castella, al finalizar una tanda ante el primero de la tarde. / Sánchez Ruiz

En su primero, un toro con movilidad, pero poca uniformidad en sus embestidas, hizo que el espada francés tardara en cogerle el aire, logrando finalmente realizar un trasteo de menos a más, con algunos muletazos estimables, en una labor que no tuvo la unidad de formas que todos hubieran deseado.

En su segundo volvió a tirar de oficio y años en la profesión. Labor larga, muy larga, muchos muletazos en los que hubo de todo, mejor, peor y regular, pero a fin de cuentas logró cortar otra oreja que le permitió salir a hombros de la plaza de Pozoblanco donde, a pesar de los años de alternativa, debutó este sábado.

José María Manzanares lleva años a la cabeza del escalafón. El de Alicante acusa el peso de la púrpura tras muchos años. Esos años, como ya se ha escrito, le pesan. Manzanares lo nota. No está en su mejor momento. Lo salvan su disposición y ese empaque natural que posee.

En su primero, un jabonero que tuvo una calidad y un temple de mucha categoría, estuvo queriendo y con disposición, pero las cosas no terminaron de cuajar. Unas veces sí, otras veces no. Cosas sublimes entre otras vulgares. Mató mal y fue ovacionado.

Manzanares, en plena faena del primero de su lote. Manzanares, en plena faena del primero de su lote.

Manzanares, en plena faena del primero de su lote. / Sánchez Ruiz

Espoleado a ver que sus compañeros tenían asegurada la salida a hombros, el torero alicantino hizo el esfuerzo en el quinto. Labor correcta en forma y fondo, que no es poco, y su espada contundente, le permitieron cortar dos orejas que fueron pedidas de forma unánime por el respetable.

Roca Rey es, hoy por hoy, el torero que lleva más gente a las plazas. El peruano está en un momento dulce. Ve toro en todos los terrenos y lo que realiza sobre el redondel convence a unos, aficionados, y a otros, espectadores. Podrá gustar más o menos, pero ahí está. Muchos le acusan de practicar un toreo encimista y de cara a la galería, pero ojo, que Roca sabe torear, y encima muy bien.

Un lío le formó a su primero, para el que se pidió incluso el indulto. Variadísimo con el capote y muy entregado con la muleta, donde realizó una labor que en ocasiones levantó al publico de sus asientos. Temple, calidad, poder, oficio. Todo se conjugó en una faena importante. Espadazo sin darse mucha coba con la petición de indulto y dos orejas de mucho peso.

En su segundo más de lo mismo. Los incrédulos, aquellos que hablan de encimismo y heterodoxia, deben de convertirse al igual que San Pablo al caer del caballo. La evidencia está ahí. Roca Rey lleva hoy por hoy el manto de purpura. Figurón máximo del toreo.

Roca Rey, en un desplante ante uno de los astados. Roca Rey, en un desplante ante uno de los astados.

Roca Rey, en un desplante ante uno de los astados. / Sánchez Ruiz

Esto es lo que dio de sí la corrida de Pozoblanco, en una tarde que a la postre resultó triunfal para la fiesta, ya que los asistentes tan bien lo pasaron, que seguro volverán a la más mínima ocasión que se les presente. Es la fórmula. Que tomen nota por otros lares.

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