El perfil del currante

Elegir bien es elegir en función de la idoneidad del trabajador para un puesto de trabajo en concreto

Cuando, por las razones que sean, tenemos la necesidad de aludir a las cualidades de un currante -ya sea en activo, ya en situación pasiva- con cierta frecuencia nos referimos al perfil del susodicho. Hemos de confesar que no nos parece lo más correcto la aplicación de este apelativo a los trabajadores. Es más: nos parece una solemnísima cursilada.

Pese a nuestra ya clara opinión respecto del término en cuestión, acudimos al diccionario oficial para consultar sobre las distintas acepciones de dicho término. Y, la verdad, es que, de entre los muchos significados que el diccionario le atribuye, no hemos encontrado ninguno con que poder referirnos a las peculiaridades (profesionales y personales) de un currante, que lo es o aspira a serlo.

Entonces, ¿qué apelativo aplicar para referirnos a las cualidades del currante?

A nuestro juicio existen dos posibilidades. Con independencia de recurrir a otros calificativos -que, sin duda, haberlos haylos, como las meigas- podríamos aludir a las posibilidades de empleo de un currante utilizando el término idoneidad. Ello supuesto, cabría la posibilidad de utilizar la expresión idoneidad del currante (exclusivamente referida a las cualidades del currante); en lugar de la cursi y consabida locución perfil del trabajador/a cuyo contenido léxico en nada alude a las posibilidades del currante.

El cambio que propugnamos -el atributo idoneidad en lugar del sustantivo perfil- no está exento de cierta relevancia, a juicio del autor de esta opinión -que, por razones que no viene al caso explicar en este espacio- ha tenido la oportunidad de intervenir de manera directa o indirecta en la selección de personal de las más importantes empresas de nuestra provincia. En tal sentido, hemos podido comprobar que las selecciones de personal deben ser efectuadas en función de la idoneidad. Y, cuando se efectúan en función de circunstancias ajenas al dicho atributo, el fracaso está cantado. Los casos de ejemplos ilustrativos a los que podríamos recurrir son tantos que no tendrían cabida en todo este espacio. Por ello, renunciamos al relato de los mismos. Pero no a una conclusión: Elegir bien es elegir en función de la idoneidad del trabajador para un puesto de trabajo en concreto. Y, si la selección se efectúa en función de circunstancias ajenas a la idoneidad el fiasco es doble: fracasarían el trabajador y su empleado.

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