Por montera
Mariló Montero
Y ahora, dónde vamos
El autor de esta publicación no tuvo conocimiento -hasta hace unos días- de un lamentable suceso: el fallecimiento de Antonio Ramos Espejo, el personaje con cuyo nombre encabezamos esta columna, que nos dejó -y para siempre- el 25 del pasado mes. Un personaje dotado de unas cualidades -personales y profesionales- a las que, por excepcionales, nos resulta muy difícil asignar adjetivos. Pese a ello, trataremos de poner nombre a dichos atributos mediante el sucinto análisis de algunos de los datos biográficos del ilustre protagonista, como los siguientes.
El hacer un relato del aparatoso historial curricular del siempre añorado -y ahora extinto- personaje referido lo tenemos por descartado. ¿Motivos? Por una parte, necesitaríamos de un espacio del que no disponemos por razones obvias. Por otra, ni falta que nos hace. Porque los datos relativos a las actividades profesionales y al modus vivendi del insigne personaje no precisan de ser probados, resultan ser de dominio público.
También tratamos de reconocer el sentir de algunos de los que tuvieron la ocasión de conocerlo y tratarlo. A juicio de un prestigioso profesional de la información -Francisco Merino- otrora trabajador bajo la dirección de Antonio Ramos, predicaba del mismo lo siguiente: "Serio, reflexivo, amante de profundizar en las motivaciones humanas más que en las consignas políticas".
Por otra, el autor de esta opinión nunca tuvo la condición de alumno. Pero ello no le impidió recibir lecciones de los grandes talentos, como Antonio Ramos. Por citar un ejemplo -con rango anécdota no exenta de elevada dosis de tristeza- guardamos in memoriam un nostálgico hecho, que juzgamos ilustrativo de la relación del autor de esta publicación con el prolífico e inigualable personaje referido. Sucedió a propósito de la publicación de una de sus impresionantes obras. En el apartado de agradecimientos, incluyó, expresamente, al autor de esta columna, aunque nada hiciera merecedor de tal "agradecimiento". Más bien todo lo contrario. Tenemos que agradecer las impresionantes lecciones recibidas de un fuera de serie en todos los sentidos.
En todo caso -y por mor de un interminable rosario de motivos-, el fallecimiento de Antonio Ramos Espejo no impedirá que su ejemplar trayectoria permanezca, in memoriam, en el corazón de toda Andalucía.
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