En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

El patio de los García Torres

Mayo tras mayo, cuando llega la Fiesta de los Patios mi mente rebobina mis recuerdos hasta aquellas escenas de la infancia -en aquellos tiempos en los que agonizaba el franquismo- en las que un niño de nombre Francisco Javier y su hermana, María del Rosario, jugaban con sus primos Luis y Quetete en el número 26 de la calle Corredera de Belalcázar, la casa de los García Torres. Ahora que Córdoba está a las puertas de engalanarse de Patios -la Fiesta se celebrará en la ciudad entre los próximos 6 y 19 de mayo- permítanme que, cual Carlos Alcántara, bucee entre los entresijos de mi pasado familiar al estilo de Cuéntame como pasó y vuelva a esa casa de la abuela Paula, donde convivíamos tres familias de una misma estirpe, la de los conocidos en el pueblo como los Pacencia: mi abuela Paula y mi entonces jovencísima post-adolescente tía Ana, por un lado; mis tíos Paco y Pepa con mis primos, por otro; y mis padres -Antero y María-, mi hermana y yo, por otro. Eran tiempos de estrecheces económicas y las dependencias de esa casa las teníamos repartidas entre las tres familias mientras hacíamos vida en común en un antepatio, un patio y un extenso corral lleno de animales. Antepatio y patio eran además lugares de celebración de bautizos, cumpleaños y comuniones. De esta forma, en Corredera, 26 se hacía carne ese espíritu de convivencia por el que la Unesco reconoció a los Patios de Córdoba como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2012.

El de Corredera, 26, como los 50 patios privados que se pueden visitar en Córdoba, era mucho más que un jardín repleto de flores -en el caso del de la abuela Paula reinaba un precioso almendro entre, sobre todo, macetas de pilistras, geranios y gitanillas-. Insisto, antepatio y patio eran mucho más que un espacio de ingeniería botánica, eran sobre todo lugares de convivencia, no siempre de color de rosa, como desde antiguo solió ser la de las familias que en la ciudad residían en casas-patio, eran importantes lugares de encuentros y desencuentros. Como lo han sido desde siempre y lo son las decenas y decenas de patios que repartidos por buena parte de la geografía cordobesa se pueden visitar también estos días -del 6 y el 19 de mayo- entre los 150 espacios que componen este año el exitoso en participación quinto Concurso de Patios, Rincones y Rejas de la Provincia de Córdoba. Un certamen que año a año va in crescendo y en el que curiosamente no participa ningún recinto de Belalcázar y muy pocos de su comarca, Los Pedroches. Todos ellos, como el de la abuela Paula, han contribuido a ese reconocimiento de la Unesco, un reconocimiento que hace a Córdoba aún más grande de lo que es y que la ciudad debe cuidar con mimo. Y es que, Corredera, 26, como todos los que se pueden visitar estos días, era mucho más que un patio, era una forma de entender la vida.

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