Tinta y borrones

Más mujeres

El discurso feminista de los Goya fue demasiado victimista en lugar de resultar inspirador

Otros vendrán que bueno te harán. Algo así ha pasado en esta gala de los Premios Goya con los presentadores Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes. Vaya por delante que soy seguidora empedernida de los chanantes y quizá por eso había demasiadas esperanzas en ellos para conducir el evento. Pero nada más lejos de la realidad. Nunca entendí tampoco las exageradas críticas a Dani Rovira y en el recuerdo quedará para siempre aquel arranque de los Goya en 2015 con el mítico Resistiré. Así, sí. Pero este año la gala fue una de las más aburridas que se recuerda y una esperaba que remontara en algún momento porque ellos, los chanantes, no podían dejarnos así. Pero cuando todo podía ir a peor sucedió, con ese número final difícil de calificar. Dejémoslo ahí.

Esta edición sí pasará a la historia por algo. Por haber sido la más reivindicativa del papel de la mujer, siguiendo la del #metoo hollywoodiense, pero con la versión española del abanico y la etiqueta #masmujeres. Quedémonos con el mensaje y el hecho de que se alce la voz de manera determinante para llamar la atención contra la desigualdad en un altavoz tan importante como el cine y los famosos. Toda ayuda es poca en esta lucha pero, si se criticó tanto los tacones de Dani Rovira, su acción fue mucho más original que todos los discursos que se escucharon en la noche del sábado.

Frases hechas y manidas y una retahíla de datos acorde con el discurso victimista al que acostumbra el cine español, que cuando no es el IVA es el no a la guerra. Quedémonos, por tanto por el altavoz que supone su mensaje y por lo que pueda influir en aquellos que aún no están convencidos de que este año será el de la revolución feminista.

Pero más que lamentar que hay pocas nominadas o menos directoras, algo que ya sabemos, a mí me hubiera gustado un mensaje más inspirador. Las mujeres ya sabemos el papel que hemos ocupado durante años pero también somos conscientes de que hemos cambiado muchas cosas y que todavía nos queda mucho por hacer, claro que sí. Pero sin pedir perdón por hacerlo, ni siquiera permiso, pisando fuerte y reivindicando nuestro momento, sin menospreciar a nadie y sin lamentaciones. Por el momento ya no nos da vergüenza decirlo, pero el cine español en esto también va tarde, no desde la lamentación, sino desde la revolución. Es nuestro momento.

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