Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

La guerra del aire

Los estándares del aire acondicionado se establecieron en los 60 del pasado siglo y siguen iguales

Soy de esas personas que son frioleras por naturaleza, ya sea verano, ya sea invierno. Paso frío, y bastante, cuando paso por una sección productos refrigerados de un gran supermercado, y al cine en verano suelo ir con una chaqueta por aquello del contraste de la temperatura, pero también agradezco lo refrescante que es pasar por delante de la puerta de El Corte Inglés una tarde cualquiera del mes de julio o del caluroso agosto de Córdoba. Dos extremos a los que intento poner algo de remedio, pero que cada verano entran en conflicto en muchos espacios de la esfera pública.

En esta ocasión, ha sido la concejala de Podemos del Ayuntamiento de Alicante Vanessa Romero la que ha calificado de "micromachismo" el uso del aire acondicionado en una sesión plenaria, lo que ha generado numerosas críticas e incluso burlas. Sin embargo, se trata de una afirmación que se sostiene -mal que le pese a muchos- en numerosos estudios universitarios y científicos que se publican cada verano y que ponen de manifiesto las diferencias entre hombre y mujer a la hora de regular su resistencia al frío y al calor en una oficina.

Una diferencia real y que se lleva de la mejor forma posible o no. Además, se trata de un viejo debate, que no por antiguo se haya mejorado o solucionado en todos estos años. Una guerra en la que no hay claros ganadores porque siempre se da el brazo a torcer, unos aguantando los calores y otros los escalofríos a los que se intenta poner remedio con el fular que reposa durante el estío en la silla de trabajo para evitar un resfriado en agosto.

Fue en los años 60 del pasado siglo cuando un buen hombre danés, Ole Fanger, estableció los estándares de regulación del aire acondicionado sobre un hombre de 40 años y 70 kilos de peso. Han pasado 60 años desde entonces. Seis décadas en las que, digamos, la sociedad ha evolucionado y, no digamos el perfil del trabajador y los empleos, al igual que las oficinas o lugares de trabajo. Sin embargo, se ve que no ha sido tiempo suficiente para nadie encuentre la solución -a pesar de todas las evidencias científicas- porque las diferencias sigan siendo las mismas y la guerra del aire acondicionado sigue latente y surge cada verano o cada día, como mañana que es sábado y las máquinas de refrigeración seguirán dando confort a unos y lamentos a otros cuando su temperatura corporal no lo admite más.

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