Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Esto de cumplir años te hace ver las cosas con cierta perspectiva. Si echamos la vista atrás un segundo y nos volvemos al presente en el mismo instante, en muchas ocasiones no nos queda más remedio que admitir esa frase tan manida que sostiene que "antes no pasaban estas cosas y aguantábamos más". No sé si es que ahora se tiene la piel más fina y no admitimos ni una, pero recuerdo que cuando iba a mi admirado colegio Claret no pasaba frío en clase. Y eso que hace ya demasiadas décadas lo de la climatización de las aulas era un concepto del futuro, tanto que ni se contemplaba y menos aun las ventanas con doble acristalamiento. Bienvenido el progreso, que se supone que nos ha redimido ahora de lo adverso de la climatología.
En aquellas aulas de un maravillo centro educativo -para mí siempre será el mejor por mucho tiempo que pase- había estufas con bombonas de butano y algún que otro radiador; lo normal en aquellos tiempos, ya que ahora sería impensable. Y, sinceramente, lo que decía antes, frío no pasaba.
Una situación que ahora sí vive el alumnado de numerosos centros de la capital cordobesa, amén de la última denuncia de las plataformas Niños del Sur y SOS Climatización, que claman desde hace demasiado tiempo por la puesta en marcha de calderas en invierno, gasoil para su funcionamiento, y de sistemas de refrigeración para el verano. Tanto, que habían incluso llegado a hacer un llamamiento para que este viernes el alumnado de varios colegios acudiera con mantas en señal de protesta. Sin embargo, desconvocaron la protesta a última hora de este miércoles ante el compromiso por parte del área de Infraestructuras, siempre según su versión, de que va a gestionar un contrato menor que abastezca de gasoil a los colegios hasta que se firme "el contrato simplificado a mediados de mes que garantice el abastecimiento de gasoil para lo que resta de curso".
Y es que no se puede consentir que el alumnado y el profesorado o cualquier persona que acuda a su puesto de trabajo sufra los rigores del tiempo -frío en invierno y calor en verano por falta de medios y una planificación en condiciones- y menos aún que no se adopten medidas eficientes, de una vez por todas, para que este tipo de situaciones se extiendan en el tiempo y paguen los de siempre y haya que ir a clase con una manta.
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