Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Fuera explotadores

No podemos quedarnos con eso de culpar a la crisis de todas las penurias, hay que mirar a la Administración

A las cosas hay que llamarlas por su nombre. El tejido laboral cordobés es, cuanto menos, catastrófico. La mal llamada recuperación económica no se ha traducido en una mejora de las condiciones laborales de los cordobeses y si de 2015 a esta parte los datos no han sido tan malos se ha debido, únicamente, a que antes eran una auténtica porquería. Un nuevo dato del paro, esta vez el de enero, unido a la Encuesta de Población Activa (EPA) de finales de 2019, vuelve a evidenciar que Córdoba es una de las provincias españolas con peores resultados cuando se analiza su tejido laboral.

No vale decir que enero siempre es malo para el empleo porque finaliza la campaña de Navidad. No vale con justificar esa subida del desempleo con el final de una buena época, como no vale celebrar que en abril o en mayo se hacen muchos contratos porque todos sabemos que se acabarán cuando llegue el calor de verdad.

Para el padre de familia que está como loco buscando un trabajo o para la chavala que necesita algo de curro para sacarse la carrera que nosotros analicemos los datos del Ministerio de Trabajo les da absolutamente igual. Y tienen razón. No podemos limitarnos a contar las cosas y analizar las cifras de uno u otro instituto de estadística, hay que ir a la razón del problema. A su vez, no podemos quedarnos con eso de culpar a la crisis de todas nuestras penurias. Hay que mirar a la Administración, la más alta, la más baja y la del medio, sean cuales sean sus competencias en materia laboral.

Hay que perseguir a los empresarios que no dan de alta a sus trabajadores, a los que los obligan a ser autónomos. Hay que ir a por la hostelería y a por la joyería, hay que acabar con los explotadores porque, sí, en Córdoba hay quien se beneficia a costa del padre de familia y de la chavala que se quiere sacar la carrera.

Hay que atajar esto de una vez para que no ocurra lo que ocurrió entre 2008 y 2012, para superar una temporalidad en los contratos que clama al cielo porque roza el 98%. Hay que exigir condiciones dignas y buenos salarios para el que ha estudiado una carrera y para el que no lo ha hecho. Para la que se desloma en el campo y para el que pierde la salud y la espalda delante de un ordenador. No hay que analizar y contar porque sí, hay que analizar y contar un porqué. Hay que hacer algo, ya, visto lo visto.

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