En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

El apóstol de los burros

Pascual Rovira no desentonaría ni un ápice como personaje de una de las historias del escritor J. R. Tolkien. Al igual que Gollum, de El Señor de los Anillos, el iznajeño de nacimiento y ruteño de corazón también tiene su gran tesoro: sus burros. Y es que Pascual ha dedicado su vida entera a recoger y a cuidar a todo ejemplar maltratado que encuentra. La vocación borriquera le llegó con apenas dos años. A esa edad tenía un ruchito huérfano al que le cogió mucho cariño. Pero la relación de la que debía ser su misión la encontró 28 años más tarde. Un día escuchó la noticia de que habían desaparecido ya más de un millón de burros en el planeta, por lo que decidió constituir la Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo) y empezar por intentar salvar las razas autóctonas. Las premisas de la asociación son el compromiso con la naturaleza, con los burros, con la cultura y con la solidaridad, además de ser para él el asno un emblema de la paz.

Con todo ello, Pascual también ha llevado precisamente paz a la vida de rucios que estaban desahuciados. De esas operaciones rescate guarda celosamente en su memoria una fecha: la del 1 de mayo de 1993. Fue el día en el que pagó unas 40.000 pesetas por Mandela, un burrito que estaba casi ciego y desnutrido y que vivía en apenas cuatro metros cuadrados en Rubite (Granada). Ese burrito cariñoso, hasta el punto de darle un beso a la Reina Doña Sofía y que es el típico Platero que puede mostrarse a los niños se convirtió en su estandarte. Mandela y todos los ruchos que llegaron después le han doctorado en burrología. Pascual lo sabe todo sobre el mundo del asno. "¿A que no conocías que rebuznan en 20 tonalidades distintas y que ellos escuchan esos rebuznos a 15 kilómetros de distancia?", ha llegado a decir, a la par que ha insistido en que "es un animal ácrata y anarquista al que no le gusta estar siempre atado". Por eso, sus burritos campean sueltos por la finca de Adebo, el parque periurbano ruteño o los 10.000 metros cuadrados de la Sierra de Rute en los que se ubica el Centro de Interpretación Casa del Burro.

Por uno u otro de esos lugares ha pasado un largo elenco de personalidades, sobre todo del mundo de la cultura, ejerciendo de militantes borriqueros, mención que lleva aparejada el bautizo del animal en una ceremonia regada con anís de Rute. El poeta Rafael Alberti, la Reina Doña Sofía o el propio Camilo José Cela son solo unos ejemplos. Además, los asnos de Rute no saben de rivalidades política ni nacionales ni internacionales. En 1997, cuando el gobierno de Cuba pidió sementales a la Junta de Andalucía, Pascual envió a Revolución al país caribeño como regalo para Fidel Castro "y para las burras cubanas, por supuesto. Era como llevar la revolución burrística a las yeguas mulatistas del Caribe, algo que solo el apóstol de los burros podía hacer.

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