La Gloria de San Agustín
Rafalete ·
De todo un poco
Creo que el festival debería ser otra cosa, pero venga admitimos barco". Es lo que me contestó hace unos días mi buen y gran amigo Carlos cuando vía Whatsapp comenzamos a hablar sobre el Festival de Eurovisión que se celebra en Turín. La conversación llegó porque cree que Chanel, la representante que llevamos desde España en esta ocasión, puede ganar y yo intentaba hacerle ver que todo apunta a que el Micrófono de Cristal va a parar este año a Ucrania, en concreto, a la canción que defenderá la banda Kalush Orchestra. Por cierto, que Rusia está vetada y no participa, faltaría más.
El Festival de Eurovisión me trae muy buenos recuerdos de la infancia y la adolescencia allá por los 90. Tanto nos gustaba en casa que en alguna ocasión llegábamos a grabar las canciones que más nos gustaban con un radiocasete pegado al altavoz de aquellos televisores de tubo. La tecnología en esa época era así y no había ni rastro de internet entonces y, menos aún, del autotune. Recuerdo incluso la canción que ganó en 1992, Why me?, título que defendió Irlanda y con la que su representante, Linda Martín, se llevó el deseado trofeo. El título en sí es una de esas baladas romanticonas típicas de aquella época con sus altos y bajos, y que la cantante interpretó pegada al suelo, sin apenas moverse, con su pelo cardado -menos mal que todo evoluciona- y mirando a cámara de manera estudiada.
Desde entonces, el festival ha ido intentando adaptarse a la realidad y ha cambiado; por ejemplo, no hay orquesta y se echa de menos. Sin embargo, en todos estos años -el certamen comenzó en Suiza en 1956, por lo que peina ya canas- lo de que el resultado y el país ganador es cuestión "política" no ha faltado y sigue siendo una creencia vigente y lo será más aún si los ucranianos ganan y se llevan todos los twelve points -12 puntos, que es la máxima calificación- de los países participantes. Pero también puede suponer una alianza del mundo cultural y musical de Europa frente a Putin y la cruenta e injusta invasión de Ucrania, aunque a él, sinceramente, le va a dar absolutamente igual.
Y en esas, España y Chanel, que se encuentra entre las favoritas de al menos, quedarse entre las diez primeras posiciones. Menos es nada, la verdad, pero de vez en cuando al público patrio nos gustaría escuchar en más de una ocasión eso de And the twelve points goes to Spain y llevarnos el Micrófono de Plata en un nuevo siglo, que ya va siendo hora.
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