Poeta cordobés

Nacho Montoto lo hizo bien como agitador cultural, como colchonero, como padre y como poeta. Poeta cordobés.

En Córdoba no se puede llegar a ser nada más alto: poeta. Poeta cordobés. Ni arquitecto, ni abogado, ni científico, ni periodista, ni pintor... Por hermosos y necesarios que sean esos oficios, no, no y no. Tal vez en Londres, tal vez en Tokyo, el mundo es ancho… Pero en Córdoba no. En Córdoba lo más alto es ser poeta, poeta, por supuesto, cordobés. Poeta cordobés como lo fue Lucano, como lo fue Wallada, como lo fue don Luis de Góngora, como lo fue el Duque de Rivas, como lo son Pablo García Baena, Juana Castro o José Luis Rey. Poeta cordobés, en su caso con retazos gaditanos, como lo fue José Ignacio Montoto, que ayer se nos murió a los 37 años, cuando lo mejor de su obra estaba por llegar y así como del rayo. Deja atrás Nacho, que así le conocimos, una obra valiosísima, con dos magníficos libros de madurez: el muy logrado La cuerda rota y Estamos todos, aquí no hay nadie, uno de los mejores poemarios que se publicaron en España en 2015 y que, escrito desde el centro mismo del desamparo, tiene algo de premonitorio cuando escribe: "Nos han dejado solos / huérfanos de calor y al amparo de la noche / desprovistos de sueño y leche / abandonados al canto de los grillos". Así, desprovistos y solos, nos quedamos ayer sus lectores al saber de su muerte y de su trágica circunstancia: de ese hijo que queda huérfano y del que está por nacer. Qué pena, qué tristeza. Pero aun así, en medio del dolor, y por pueril que sea, me consuela imaginar que cuando Nacho haya llegado al concurrido Parnaso de los poetas cordobeses seguro que Ibn Zaydum, y mi querido Eduardo García, y Juan de Mesa, y Lepoldo de Luis, y Ricardo Molina, y Vicente Núñez, y Concha Lagos le han recibido con palmas y vítores y versos como uno de los suyos y le han palmeado el hombro y le han dicho "Muy bien, chaval, muy bien" mientras él, risueño, les iba contando que el Atlético este año sí que se ganará la Champions. Porque así fue, sí, así fue: Nacho Montoto lo hizo bien, muy bien, como agitador, como futbolero, como padre… y, ante todo, como poeta. Nadie puede llegar más alto aquí, y él llegó. Descanse en paz por ello José Ignacio Montoto. Poeta, sí. Poeta cordobés.

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