Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Llora ahora y ríe luego

Pau Donés se ha despedido de un buen rollo increíble, pero muy triste a la vez

Salamanca. Gran Vía. Uno de los múltiples locales que hacían las delicias de los universitarios durante las noches del fin de semana o de la semana entera. Año 1997. Sábado de madrugada. Suena La Flaca. Un grupo de jóvenes aspirantes a convertirse en periodistas y en profesionales de la publicidad empiezan a cantar el single como si no hubiera un mañana. El tema de Pau Donés, que ya tenía un año de vida, era el éxito del momento y muchas estábamos rendidas a este himno.

Así fue cómo llegó Pau Donés a gran parte de nuestras vidas con unas canciones que han formado parte de nuestra particular banda sonora y que hemos cantado y sentido como si fueran propias. Aquel primer álbum fue todo un descubrimiento con otros himnos como Grita, otra declaración de intenciones, que al volver a escuchar hace que aquellos intensos años cobren aún más importancia por quienes formaron parte de ellos e incluso lleguen a emocionar al agolparse todos los recuerdos, todo lo vivido desde entonces y lo bueno que aún queda por vivir. Luego llegó Depende, allá por el 1998. En Salamanca y en Gran Vía seguía sonando. Un álbum extraordinario en el que Agua -otro gran éxito que pasará en el tiempo como una declaración de amor que sigue latente- se antepuso a otros temas como Vive y deja vivir.

Ya nos tenía enganchado con su particular voz y su cautivadora sonrisa, la misma que ha mantenido siempre, y consiguió dejarnos sin palabras cuando con la promoción de De vuelta y vuelta, allá por 2001, se plantó en medio de la calle y se rapó la cabeza. Por entonces, conseguí ir a uno de sus conciertos en Madrid, no fue uno de los mejores que dio, pero sí lo suficiente como para seguir su carrera. Comenzó entonces una etapa en la que los gustos y las prioridades fueron evolucionando y La Flaca se quedó en un olvido cercano, pero siempre expectante ante las creaciones del aragonés.

Un tiempo en el que Pau Donés siguió componiendo hasta que se ha despedido de un buen rollo increíble, pero muy triste y cruel al mismo tiempo. Un tipo Pau Donés que lo mismo era amigo de Bunbury o de Carlos Tarque, dos de las mejores voces del panorama musical de España, que también era capaz de cantar al amor y al desamor con una sonrisa, pero siempre de frente, o decirte que todo le parecía bonito y darte las gracias. Y sí, mañana es sábado y en la Gran Vía de Salamanca seguirá sonando en el recuerdo La Flaca con la misma fuerza que en el 97.

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