Inurria, un siglo y medio

Valga el aniversario para recordar a un artista que le dio a Córdoba mucho más de lo que la ciudad le dio y le da

Mateo Inurria, un grande sin duda, siempre ha sido una especie de pariente pobre del arte cordobés. No extraña por ello que ahora, cuando se han cumplido 150 años de su nacimiento, la ciudad haya pasado de puntillas, sin echar ni cuentas, por tal celebración, como explicaba en este diario Alfredo Asensi en la edición del jueves. Allí, en un amplio reportaje sobre el artista, se añadía además una explicación para este extraño olvido. Una opinión del profesor de la UCO Ramón Montes, especialista en la obra del escultor, que considera que el olvido de su legado viene de los manejos de la familia Romero de Torres, que, a su juicio, intentó eclipsar la obra de don Mateo pues eran ellos "los que controlaban la imagen artística de la ciudad". ¿Rivalidad pues entre los dos grandes de la época, entre el grande del pincel, o sus allegados, y el grande de la gubia? Pues si el profesor lo dice así será, cosa que tampoco puede extrañar si conoce uno un poco como se las gastan los artistas en las cosas de su narcisismo pueril y de su ego. Hasta para una novelita da el asunto, una novelita muy de época, con la Córdoba de entonces y el Madrid de entonces, con la España que ya iba saliendo lentamente del desastre del fin del imperio y que todavía tenía esa alegría de los países que no han pasado por una guerra estilo siglo XX. Mientras alguien la escribe, nos queda como consuelo la obra de Inurria, para el que mejor regalo sería la reforma del vetusto y anticuado Museo de Bellas Artes, que es el que tiene la mayor parte de su herencia gracias al depósito que al fin de sus días hizo la viuda del artista. Si se diese ese paso sería incluso más importante que esas grandes exposiciones antológicas que igual que llegan y suenan se van y se callan. La figura de Inurria debe ascender de categoría y situarse en la Primera División del arte cordobés. Porque ya quisiesen muchas ciudades tener a un tipo de su talento, al escultor de Lope, al escultor del Gran Capitán, al clásico con ribetes modernistas y simbolistas. Valga su 150 aniversario para recordar a un cordobés que le dio a la ciudad mucho más de lo que la ciudad le dio y le da.

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