Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Hacerse mayor

Eres grande para muchas cosas y pequeña para que te engloben en asuntos que nada tienen que ver contigo

Ahora, que organizas el 30 cumpleaños de tus amigos y que sabes que ellos organizarán el tuyo. Ahora, que sientes más que nunca el inexorable paso del tiempo. Ahora, que aparecen atisbos de querer sentar la cabeza. Ahora, que ya no piensas tanto en el fin de semana si no es para degustar el suave aroma del descanso que se acerca. Ahora, que miras alrededor y ya hay más de uno y más de dos que son los más jóvenes de la reunión y que tú no lo eres.

Ahora, más que nunca, echas la vista atrás para volver a esos momentos en los que te preguntabas qué sería de ti con 30 años y te imaginabas algo completamente distinto a lo que tienes. Miras a las nuevas generaciones como si tú tuvieras el poder de juzgar qué era mejor y qué es peor. Ahora, que tienes algo más de perspectiva para saber cómo has hecho las cosas y como quieres hacerlas, pero apenas te queda tiempo en medio de tanta responsabilidad laboral y personal para analizarlas.

Ahora, que ya no acumulas esas ganas de crecer que explotaban cuando te paseabas por el albero de la Feria para encontrar una caseta en la que no te pidieran el DNI para poder entrar. Ahora, que acumulas los instantes de felicidad en tu cabeza y no en cuadernos o notas de Word. Que reparas en ellos casi de casualidad, pero no los mimas como antes, cuando tenías ganas de escribir todo el tiempo. Ahora, que sientes que has crecido, pero que serás siempre demasiado joven para muchos y demasiado vieja para los chavales del recreo en Las Tendillas.

Ahora, que ya eres grande para muchas cosas y pequeña para que te engloben en asuntos que nada tienen que ver contigo. Ahora, a caballo entre lo que se espera de ti como persona que todavía lo puede dar todo saliendo de fiesta y lo que se supone que tampoco deberías hacer queyatienesunaedad. Ahora, que hay cuentas de Instagram y Twitter donde aparecen los juguetes y las chuches de tu infancia como si fueran una auténtica reliquia.

Ahora, más que nunca, te percatas de todo el miedo que te daba hacerte mayor porque no sabías lo que iba a pasar y ahora tienes ganas todo el rato de que algo te sorprenda. Seguro que es una mierda crecer, pero al ser una mierda inevitable tampoco podemos hacer mucho más que recuperar todas las ganas que teníamos cuando nos creíamos más mayores de lo que éramos.

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