Tinta y borrones

Estrategia equivocada

Con empeño en parecer radical que se ha movilizado a la izquierda y parte del centro ha quedado huérfana

Ser español sin estridencias. Amar la lengua, no usarla como arma arrojadiza. Entender los afectos como algo personal e intransferible. Y la puerta siempre abierta, o al menos entornada. Sanidad, educación, servicios públicos: eso es la patria. Y pagar impuestos. Y vivir y dejar vivir". En estos versos de Pablo García Casado puede que esté buena parte de la esencia de este país y de lo que el domingo salió de las urnas. Y que conste que con esto no quiero decir que estos valores correspondan a un partido determinado, ni siquiera a uno solo, pero creo que el pasado 28 de abril los que fuimos a votar pensamos mucho más con la cabeza y el corazón, reflexionamos más que nunca y lo hicimos de manera más consciente que otras veces. España, afortunadamente, es mucho más que cualquiera de los partidos que desde el domingo tienen representación en el Congreso y hasta que eso no lo entiendan algunos dirigentes políticos no se van a recuperar del batacazo. Lo mismo pasa con los victoriosos. Que nadie piense que esos resultados van a mantenerse para siempre, esto es solo un préstamo determinado por las circunstancias y la exigencia ahora para ellos es mucho mayor.

Una vez más ha sido la gente la que ha demostrado estar muy por encima de sus dirigentes. Que por mucho que se empeñen no nos gusta tanto la crispación, ni al final nos envalentonamos tanto a partir del quinto gintonic. Ha habido tanto afán en esta campaña para querer parecer el más radical en según qué planteamientos, sobre todo por parte del PP, que finalmente la estrategia ha tenido el efecto contrario, pues esos mensajes han movilizado a la izquierda y ha dejado a gran parte de la ciudadanía sin una opción de voto de centro, mucho más desde que Cs optó por situarse en el bloque de la derecha.

Por mucho que se quiera echar la culpa a la fragmentación de la derecha, la realidad es que la única opción para mantener unidos a los votantes que se han ido es alejarse de planteamientos radicales que rompen el marco de convivencia por el que España ha sido ejemplo en Europa. Seguramente todavía no sea demasiado tarde, incluso es necesario, porque una democracia necesita de la fortaleza de los partidos que han marcado su historia y han contribuido al progreso del país. Todavía hay tiempo si realmente se ha entendido el mensaje.

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