Duelo en el paraíso

Señas de identidad, la belleza y la tristeza del hombre, que están en Goytiloso y en sus campos de Níjar

El sábado anduve al volante por los campos de Níjar, en Almería. Y no para perderme por las playas del Cabo de Gata sino para acudir a la boda de un familiar, un primo muy querido. Unas fiestas que ya saben que las carga el diablo, pues los enlaces de los amigos suelen ser festivos y superficiales, mientras que en los de la familia hay otra carga de profundidad y pueden acabar de mil maneras. Se reencuentra allí uno con gente que fue importante en su vida y que ahora ve de higos a brevas y comprueba que el tiempo pasa de forma inexorable para todos. Es como si la vorágine del día a día se detuviese y uno comprobase sin máscaras y con cierta distancia el ciclo de esta cosa extraña que llamamos existir. Recuerda uno lo vivido, claro, se felicita por el presente, brinda, pero también intuye el porvenir. La danza agridulce de la existencia vista en su circularidad: en su belleza, en su miseria. Belleza y miseria que también está en los Campos de Níjar, en los reales y en los literarios, que con prosa implacable retratase en los 50 Juan Goytisolo, uno de nuestros últimos grandes intelectuales cascarrabias, tipo a contracorriente, libre, qujotesco, de talento indudable y cuya literatura es un espacio abierto, admirable aunque no se esté de acuerdo con él en tantas cosas. La humanidad más honda es su reino, sin olvidar la piedad, el compromiso ni la estética. Y de algo de eso hablaba el sábado mientras conducía por los agrestes paisajes de Níjar sin saber que al día siguiente, al llegar a Córdoba y encender la tele, descubriría que el mediano de los Goytisolo había muerto. Sin saber tampoco que el Real Madrid iba a ganar al rato la Copa de Europa y me haría perder la voz por unas horas, que el diseñador David Delfín fallecería ni que la noche se teñiría de verdad y de sangre por el atentado de Londres. Señas de identidad, la alegría y la tristeza del hombre en su caminar, que están en la obra de Goytisolo y en los campos de Níjar, y en los goles de Ronaldo y en la sonrisa feliz de mi primo. Todo, en fin, como círculo. Duelo en el paraíso, que titulase Juan Goytisolo una de sus novelas de mocedad y que creo que viene bien al caso para definir un fin de semana de felicidad trufada de tristezas y certezas y que mientras escribo estas líneas se va.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios