Deposiciones perrunas

Actualmente, muchos de esos parajes han devenido en lugares, no solo sucios sino contrarios a la salud pública

Dizque el perro es el mejor amigo del hombre, y, a buen seguro, no estaremos privados de motivos quienes así lo entendamos.

Obviamente, la preocupación de los humanos por los canes no es nueva: Hace ya miles de años que a un filósofo griego -Diógenes, el cínico (412 al 323 a. C.?)- no le pasó desapercibido las maneras de los canes, de los que advirtió: "Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro".

Claro que, sin necesidad de estrujarnos la sesera, todo parece indicar que, del análisis de la dicha frase, podemos concluir, por una parte, el cariño que el dicho filósofo sintió por su perro. Por otra, que el… "cariño" que la "gente" de su época le inspiraba era menor que el que el filósofo sentía por su perro.

Sea como fuere, disponemos de elementos de juicio como para no dudar del cariño y fidelidad de los perros: Aunque no siempre por las razones del "cariño" que refería el dicho filósofo:

Hace tan solo unos días, el autor de esta publicación recibió apostilla de un lector -y amigo- que, posiblemente no exento de razones para ello, nos formulaba queja en el sentido de que, en demasiados lugares de la ciudad, resulta casi imposible moverse a pie sin tener que hacerlo pisando excrementos perrunos. De tal suerte que algunos lugares exclusivamente dedicados al tránsito de la gente más bien semejan pocilgas indeseables, que todo quisque tratar de evitar. Se debe ello, a buen seguro, a que los canes -con independencia de la fidelidad y "cariño" que sientan por sus propietarios- todos ellos disponen de un "aparato excretor". Y lo utilizan sin recato. Cuando les apetece. Seguramente debido a que, al dicho… "aparato excretor" perruno le ocurre lo que al covid-19: No entiende de lugares ni de personas.

Es por todo ello que es de desear que -por quien resulte ser autoridad competente- se adopten las medidas que se consideren precisas a fin de que, sin detrimento del respeto y cariño que los canes nos merecen, se adopten medidas que se consideren precisas para que nuestras calles resulten lugar de tránsito seguro. Actualmente, muchos de esos parajes han devenido en lugares, no solo sucios sino contrarios a la salud pública.

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