No sé por qué tu llegada al mundo fue así, te costó salir. No se por qué, pero me sentí el hombre más feliz, ya estabas aquí. Pude entender que eras un pedazo de mi ser, tan igual a mí. Tomo prestadas estas estrofas de la canción que el gran Antonio Flores le dedicó a su hija Alba, que tituló con el nombre de su entonces pequeña vástaga y que incluyó en esa su obra maestra llamada Cosas mías, para retroceder 15 años en el tiempo hasta aquel 28 de junio de 2003. Y las tomo prestadas porque definen muy bien lo que sentí a las 18:35 de aquel día marcado a fuego en mi historia, la hora en la que llegaste a este mundo tras casi un día de parto, cuando te vi por primera vez en el Hospital Reina Sofía. Pero no quiero hablar de mí, quiero hablar de ti, de esas cosas nuestras.

Desde muy pequeño fuiste frágil. Cuando eras tan sólo un bebé la vida te obligó a luchar contra un fantasma interior en forma de enfermedad, de esas que se apellidan rara, que te condenaba a pasar temporadas en ese mismo hospital. Me sorprendía cómo aguantabas el dolor que te producían los continuos pinchazos y pruebas médicas, mientras yo me rompía al verlo. Eran tiempos en los que en esos difíciles momentos solía escuchar a modo de bálsamo esa canción que Miguel Ríos tituló Todo a pulmón, aquella del qué difícil se me hace, mantenerme en este viaje...qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura la subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas...Qué curioso, con tu actitud frente a ese fantasma que siempre te acompañará, tú me enseñaste a ser fuerte, a coger el toro de la vida por los cuernos y a no rendirme jamás, como tú hacías y como sigues haciendo día a día.

Luego creciste, pero ese fantasma te impidió dejar atrás esa inocencia que te hace ver la vida de una manera más limpia, una vida en la que para ti todo el mundo es bueno, aunque te estén haciendo pagar el peaje de ser diferente; porque en esta sociedad -a pesar de que todavía no lo entiendas o le quites hierro a ciertas actitudes de cierta gente para contigo- ya has experimentado que se estigmatiza al diferente hasta ir apartándolo poco a poco, hasta sufrir cómo los que llamabas tus amigos te van abandonando conforme vas cumpliendo años. Tan diferente que si tienes que elegir a un superhéroe al que imitar, no te llama la atención ni Spiderman, ni Superman, tú eres de Deadpool, "un antihéroe como yo", sueles decir. Pero para nada eres un antihéroe. Tú eres un héroe con mayúsculas, un HÉROE acostumbrado a nadar como un salmón a contracorriente sin maldad ninguna, siempre enarbolando la bandera de la honestidad y el servicio a los demás, eso que hoy en día en muchos casos parece pasado de moda. En este mundo en el que el hombre es un lobo para el hombre, eres un gran regalo de la vida y una lección de vida.

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