Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Lo del Caribe Mix (II)

Traje al presente sin capacidad de materializarlas aquellas ganas de hacer perdurar el verano

Escribí, hace poco menos de un año, de la nostalgia que trae el verano cuando no se parece en nada a las vivencias infantiles, pero perdurables, de años atrás. Conté la melancolía que me invade cuando llega esta calor fatigante que antes sabíamos soportar mejor sin darnos cuenta. Me llené el presente de evocaciones pasadas, de piscinas municipales y ventiladores salvavidas, de barbacoas en El Arenal buscando el remanso de fresco inexistente en la urbe, de andar por casa sin camiseta y taparte con la sábana por pura seguridad para hacer frente a las criaturas de la noche.

Recuerdo que anduve rebuscando en mi memoria los recuerdos estivales de una niñez de poca playa y mucha casa, de conjuntitos de ropa de tirantes, de un Seat Ibiza menos rojo que el Seat Ibiza rojo de ahora sin cinturones en la parte de atrás. Traje al presente sin capacidad de materializarlas aquellas ganas de hacer perdurar el verano hasta que me cansara de ser extremadamente feliz haciendo nada para pasar a ser aceptablemente feliz haciendo algo y pensado en el verano siguiente.

Entiendo que hace un año, cuando me puse a escribir sobre los veranos del Caribe Mix, caí en la cuenta de que todos los recuerdos se mantenían intactos a la espera de que yo los recuperara para vislumbrar entre los huecos del aire acondicionado que hacerse es mayor es darte cuenta de que ya no eres una niña. Sé que acumulé muchos más pensamientos de los que pude contar y que seguramente formaron una madeja que ahora se me hace más difícil de desenmarañar a pesar de que lo intento con más ganas que éxito.

Y venga nostalgia de la que te pone los pies en la tierra y venga estampas de bañadores que ojalá se parezcan a los de mi prima mayor y venga fotografías con la camiseta de las Spice Girls y venga dibujos mentales de una piscina que yo creía gigante pero que no lo era tanto porque lo que pasaba es que yo era demasiado pequeña.

Y ahora que me acuerdo de lo que escribí hace poco menos de año me queda claro que lo que pasa es que solo sé escribir de recuerdos porque nunca pude llegar a hacerlo en su momento y sería una pena que se quedaran solitarios por una mente que quiere traducirse en una palabra afilada y crítica pero que solo se siente a gusto cuando dibuja con las letras los momentos más felices de su vida.

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